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La política no es delegación

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  Teódulo López Meléndez Eso que llamamos sociedad civil siempre ha existido como concepto. Ya Aristóteles definía como tal a la comunidad donde vive el ser humano. Con Hegel el concepto fue a dar a lo no estatal e, incluso, antiestatal. Hoy hablamos de ella como no religiosa o militar, poniendo el énfasis en su capacidad para asumir propósitos o de promover causas. En otras palabras, la legitimidad de la sociedad civil proviene de su capacidad de representar preocupaciones e intereses que los ciudadanos manifiestan en el espacio público. La democracia se hace de ciudadanos y no de electores, hemos precisado en numerosas ocasiones. Sin una sociedad civil viva la legitimidad del poder se corroe y se pierden valiosas iniciativas que contribuirían a la mejora de las políticas públicas. En el campo meramente político es obvio que su ausencia reproduce todos los vicios de la democracia representativa, pero también del autoritarismo. Es por ello absolutamente necesario el “diálogo ...

Una cultura política de la legalidad

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    Teódulo López Meléndez El Estado de Derecho suministra la libertad para el libre juego de pensamiento y acciones y debe permitir las modificaciones y cambio que el proceso social requiera. El Estado de Derecho excede el campo de lo jurídico para tocar el terreno de la moral, pues existen derechos naturales inalienables. Así comprendido podemos hablar de un Estado Social de Derecho, pues comprende los derechos sociales de los cuales la población ciudadana es titular. El logro del bien común es el objetivo genérico del derecho. El Estado de Derecho de origen liberal procuraba sólo la protección de los llamados “derechos negativos” (protección a la persona y a la propiedad) y negaba los “derechos positivos” (promoción de la persona, rompimiento de la pobreza, ataque a la desigualdad económica). Si bien la democracia es una forma jurídica específica no puede limitarse a garantizar la alternabilidad en el poder de las diversas expresiones políticas, sino que debe avan...

La economía y la precariedad de lo humano

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    Teódulo López Meléndez Cerrarse en la defensa exclusiva y excluyente de una economía de mercado no puede considerarse más que como una excentricidad económica. Equivale al desconocimiento de la necesidad de abrir posibilidades a nuevas formas que, organizadas al margen de la simple acumulación de capital, permitan una organización ciudadana autogestionaria de producción, distribución y consumo de bienes y servicios.   No se plantea un ataque a la propiedad privada ni al mercado, los que vienen respetados con las sujeciones jurídicas archiconocidas. Se trata de abrir la puerta a alternativas de asociaciones ciudadanas donde el trabajo común es el capital y donde los beneficios se reparten con sentido igualitario. Podríamos decir que la economía social es una forma expedita de crear ciudadanía.    La economía social es una forma de propiedad privada sobre el principio de la cogestión y debe tener perfecto derecho al beneficio y al crecimiento de la emp...

Hacia una democracia de calidad humana

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    Teódulo López Meléndez La economía social es una forma expedita de crear ciudadanía pues la solidaridad está presente en la base misma del planteamiento. Esto es, el de libre asociación para el beneficio común colocado por encima de un interior espíritu competitivo. La economía social no puede ser excluyente, como se pretende al tratar de utilizarla como alternativa a la propiedad privada, sino un espacio en el cual convive pacíficamente con ella. Es un orden que se contrapone tanto al capitalismo puro como a la planificación socialista, uno centrado en el hombre. Es una forma de propiedad privada sobre el principio de la cogestión y debe tener perfecto derecho al beneficio y al crecimiento de la empresa social, dentro de los parámetros del bien común. Debe moverse en un orden económico de libertad con la vigilancia de un Estado fundamentado en lo social del derecho y bajo la ética de una doctrina de promoción social. Se le llama sector voluntario, tercer sector so...

El lenguaje contra los entuertos de la historia

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    Teódulo López Meléndez Cuando ya lo que se dice carece absolutamente de importancia se ha llegado al extremo de la barbarie, al hombre primitivo, al mantenimiento de los lazos sociales basados exclusivamente en la alimentación, en la satisfacción de las necesidades primarias y elementales, como los pueblos de la edad de piedra. Cuando se llega a estos extremos el pensamiento no pasa sino por la sobrevivencia, por los rasgos elementales, se pierde toda conexión racional, prevalece el instinto, desaparece toda posibilidad de estructuración de conceptos. Ya no cabe, siquiera, la queja ante la falta de imaginación. Pretender imaginación está resultando absurdo. La capacidad de imaginar está perdida porque el interior lo que recoge del exterior es basura. No se puede imaginar porque ya no se piensa. Muchos países siguen siendo un conjunto, pero uno que carece de ideas. No me refiero a sesudos trabajos de pensamiento que conformen un cuerpo. Ya ni siquiera logramos imagi...

Cansancio o esperanza

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  Teódulo López Meléndez El hombre de la transición vive momentos muy similares a los de la atracción y encaje de diversas piezas flotantes.  Así, en el campo de la política parece existir el convencimiento del cansancio, pero también el de la zona del limbo, uno en que el viejo procedimiento y la manera de concebir no desaparecen y no termina de cuajar la claridad del mundo nuevo. El hombre de la transición gustaría ver manifestada en fórmulas concretas sus ansias, las que le ofrecen nuevas formas de respuestas en el modo de conducir la organización social, especialmente en lo que se refiere a las manifestaciones político-estructurales.   Sería la única manera de percibir entusiasmo y esperanza, especialmente en los sectores jóvenes de la población, aburridos y cansados de las viejas prácticas, los mismos que alegan su desinterés por el destino colectivo por la repetición, la perversión y de los desvíos de todo orden ético. Lo efímero se siembra en la mentalida...

Hacia lo no condicionado

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    Teódulo López Meléndez El hombre injertado en este mundo se procuró una falsa unidad, la traducción al esquema racional de lo que llamó la realidad. Esta falsa unidad condujo a la crisis del logos filosófico. El principal de los sentidos injertados ha sido el conformismo, la convicción de que el mundo como es le ofrece una dicha mediana que se contradice con la iluminación. El mundo insufla ese sentido con el consumismo y la tecnología ofrece “realizaciones” artificiales bajo la premisa de que están allí al alcance de la mano de los triunfadores. De esta manera, el sentido injertado ofrece cada vez más dicha, una abundante que compensa al sujeto consumista de una existencia desglorificada.   Las viejas ideologías totalizantes se derrumbaron. Las premisas de un espíritu religioso dominando el siglo XXI resultaron falsas. En el plano político el hombre espera respuestas totales sin darse cuenta que ellas no existen, o son tan simples que no logran verlas. La prime...