Teódulo López Meléndez La clase política venezolana es, seguramente, la peor que podamos recordar en nuestra larga historia de país viejo lleno de juventud. He usado la palabra estulticia para referirme al diario bochorno de un debate intrascendente, donde los intereses sectoriales prevalecen, de tal manera obvia que se puede afirmar nadie mira a los intereses superiores de la república. El gobierno no es gobierno ni la oposición es oposición. Esto es una entelequia, un campamento o un erial, como se prefiera. La “unidad” fue convertida en un fetiche, en un chantaje que sirve, según cada bando, para sostener la revolución o para enfrentar al régimen, proposición que en verdad sólo es usada para mantener clientelas y el juego perverso. Últimamente se le ha sumado un chantaje, adicional, la recurrencia a la palabra “antipolítica” para señalar cualquier muestra de desagrado con lo que sucede. He apelado en innumerables ocasiones al concepto de “unidad superio...