El circo de función continua
Teódulo López Meléndez A la política no se puede asistir como al teatro, a ocupar una butaca y permanecer en silencio mientras la obra se desarrolla. En la democracia se nos ha impuesto una estética de manipulación. En las tablas se distinguió entre la verdadera esencia del teatro y el simulacro del espectáculo. En la democracia hay que distinguir entre la representación y quienes quieren sustituirlo por una acción colectiva donde todos actúan. Como diría Artaud, hay que devolverle a la comunidad la posesión de sus propias energías. Los espectadores transformados tienen que aprender a moverse a ritmo comunitario y determinar el montaje de la obra. Es evidente que los recursos que llamaremos estéticos forman parte del juego político contemporáneo tanto en la personalización, dramatización y puesta en escena. Si bien han sido considerados distantes, estética y política han mantenido una relación en el campo filosófico, como lo comenzó atestiguando Platón hasta los más cercano...