Los hombres asustados

Teódulo López Meléndez El animal preferido de Nietzsche era la serpiente, pero no por la abundante carga de simbología que este animal ha arrastrado desde siempre. Razones bien distintas prevalecían en la mente del filósofo: en primer lugar, porque la serpiente se arrastraba y en consecuencia conocía lo que la tierra quería y, en segundo lugar, porque carecía de miembros derivados, no tenía brazos ni piernas, alas o aletas. No es difícil deducir que para Nietzsche el desarrollo de un sentido era un retiro que se hacía a la totalidad. Siguiendo con este proceso deductivo podemos encontrar las “identidades débiles” que señalaba Italo Calvino. Al hombre se le han ido extrayendo “sentidos” hasta convertirlo en una debilidad. Frente a la perplejidad de lo instantáneo, y de los desafíos presentes, podemos avizorar un estadio cercano a la estupefacción encarnada en alguien con un micrófono y una masa paralítica envuelta en un himen repleto de deporte, música banal e información q...