Teódulo López Meléndez
Comenzamos a ver el mundo como
una casa global, como un “seno”, pero, al mismo tiempo, este “seno” que
reproduce al materno se nos convierte en un lugar inhóspito. La globalización
es un extraordinario salto a la visión de humanidad como patria, pero, como
humanos, no faltamos a las crisis. Casi vemos la casa común en el momento en
que comienza a destruirse, otra paradoja de lo humano. Ciertamente no estamos
para manifestaciones religiosas apocalípticas. Estamos, sí, para dar
resolución, para usar un término de imagen, a la casa. Muchos han definido al
hombre como un animal que se muda. Pues nos estamos mudando y la mudanza es
inevitable. La nueva casa hacia donde marchamos es la global, la de todos.
Deberemos encontrar, usar y desarrollar una inteligencia multirracional.
Esta casa es finita, no hay duda,
pero de ello debemos sacar conclusiones. Esta casa no podrá funcionar basada
exclusivamente en la economía, como no podría basada solamente en una
especulación metafísica. Estamos metidos en una carga de comunicación absoluta.
Ya lo dije, cuando no veíamos muy lejos el mundo era fácil de comprender. Sobre
este mundo hay que lanzar un cable universal e ininterrumpido de mediación que
impida verlo todo o con los ojos de la desesperación o como mercancía. No trato
de trazar una perspectiva piadosa. No obstante, déjenme decir, que no considero
piadoso el reclamo de una escala humana. Tenemos casa para el mundo, pero no
tenemos mundo, a no ser uno cansado bajo una apariencia de dicha.
El desafío es mayúsculo: debemos
encontrar otra forma de lo que hemos venido llamando vida. Estamos en las
vecindades de un punto final que bien podríamos convertir en punto de partida.
Creo que se nos ha falsificado todo lo que se puede ser. Quizás el mayúsculo
desafío al que me refiero es que la posmodernidad, con su civilización
massmediática, lo que nos está ofreciendo como mundo es la falta de mundo. Así,
quizás, podríamos entender como la globalización se nos está convirtiendo en
causa de desajuste destructor. André Breton estaría perplejo: el surrealismo se
ha convertido en realismo. En esta mudanza del hombre a la casa nueva estamos
confirmando como la estructura política, y sus variantes económicas, la están
obstaculizando.
@tlopezmelendez
Artículo en el diario El Universal (Miércoles 18 de marzo 2020)
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