Erigir ciudadanía



 

Teódulo López Meléndez

Los acontecimientos que vivimos en esta América son la muestra del surgimiento de una especie de cesarismo para supuestamente corregir las fallas de eficacia de la democracia, lo que conlleva la crisis de la representación y de la organización republicana del Estado (independencia de poderes, su control mutuo, las instancias de rendición de cuentas, el poder político real del Estado constantemente mediatizado por los llamados poderes fácticos, la modernización de la organización del Estado y su dotación con recursos humanos eficientes).  En otras palabras, vemos como constantes las asimetrías de poder.

 El tema de la crisis de la representación es una debilidad de las opciones electorales. Lo hemos dicho repetidas veces: se ofrece cualquier cosa (a ratos invocaciones de intervenciones extranjeras), mientras, o no se presenta un proyecto de país o se recicla uno oxidado.

La democracia es un método de la organización del poder para que los ciudadanos progresen en la realización efectiva de sus derechos. Las exclusiones o siembra de divisiones, rompen la ampliación creciente de ciudadanía. Un concepto a plantear lo constituye el señalamiento de redistribución del poder como tarea primordial de la democracia, Un planteamiento clave lo es el de ciudadanía: hacer pasar al sujeto de elector a ciudadano que tiene deberes y derechos expandidos en todos los campos y, así, se diferencia una democracia de electores de una democracia de ciudadanos. Y definir: la democracia es una forma de organización del poder en la sociedad con el objetivo de ampliar la ciudadanía, evitar o limitar la dominación de individuos o grupos que impidan este objetivo y lograr la perdurabilidad de la organización democrática.

No faltan incidencias en lo económico: pasar de una economía encerrada en los dogmatismos a una con diversidad de opciones: llenar de política a la sociedad y de sociedad a la política. Una democracia que es deficitaria en la creación de ciudadanía no es sostenible. Hasta cae la vieja definición de sociedad de bienestar, pues también lo es cuando la mayoría de los habitantes goza de derechos ciudadanos y donde su ejercicio no está confinado a una parcialidad.

Otro uso adecuado que debe emerger es el de la palabra “finalidad”, al señalarse que sin finalidad social la democracia se derrumbará y al subrayar que no es materia de la democracia la formulación de una política económica específica, pero sí los efectos de esa política económica en términos de creación de ciudadanía, pues por una parte. se rompe con la tesis de que democracia e ideologización no pueden existir la una sin la otra.

No basta con señalar en las insípidas batallas electorales que se quiere cambiar al gobierno de turno, es menester entender la política en democracia como un decir hacia dónde ir, a proponer objetivos y medios para alcanzarlos.

La filosofía política se hace de teoría y praxis. Hay que deconstruir los viejos paradigmas y realizar los nuevos modelos partiendo de la realidad del hoy. Los que se dedican a cultivar el pasado pierden la capacidad de pensar. El que no se dé cuenta que ha terminado una época jamás estará en condiciones de iniciar otra.

@tlopezmelendez

 

 

 

 

 


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