La construcción de las salidas
Teódulo López
Meléndez
La
política es, en buena parte, una ciencia de las ideas. La organización social
del hombre no nació como la vida ni crece como las plantas. La política que
carece de empuje proveedor de consistencia es una futilidad. Dado que las
formas políticas son invención del hombre no puede desgajarse de la política la
capacidad renovadora. Bien se dice que el pueblo no existe, lo crea la
política. De esta manera hay que decir que la principal actividad de lo
político es dar sentido.
De
esta manera la política y la democracia, es decir, la acción y sus resultados,
no pueden ser otra cosa que inserción constante de nuevas opciones o, dicho en
otras palabras, ampliación permanente de la libertad. Tenemos, pues, que volver
a leer lo político sacándolo del cansancio, del aburrimiento y, sobre todo, de
un conservadurismo que brota ante las ideas y ante la esencia misma de lo
político y de la democracia.
Es
a través de la política que se constituye el vínculo social. Si no enfrentamos este proceso creativo la
política pasa a ser inepta para explicar las desigualdades que crecieron
paralelas a la libertad y se convierte en algo deleznable para el común de la
gente que nunca podrá entender lo que es ejercicio de la ciudadanía.
Otra
cosa que debemos aceptar es la política como conflicto y los conflictos
expresión del animus político. Y a la
democracia como capaz de administrar los conflictos mediante una renovación
permanente. Una cosa son las instituciones básicas, aptas para administrar el
control de estabilización, y otra la permanente manifestación de ideas que
amplían los espacios hasta una libertad transformadora. Está claro que las
llamadas instituciones y los intermediarios sociales ya no responden a las
exigencias de los tiempos y, por tanto, hay que buscar nuevos mecanismos.
Basta
haberse paseado un poco por los procesos históricos, basta no meter en una
gaveta todos los papeles, basta no fusilar de antemano el juego (utilizada esta
palabra con seriedad) de las posibilidades políticas, para concluir que en este
país se utilizan frases al voleo, se dicen impertinencias a granel, se utiliza muy
mal el lenguaje.
La
verdadera revolución es la voz moral. El populismo es una asunción de un modo
radical para lograr la homogeneidad sobre lo imaginario El verdadero político
es el que hace el mundo inteligible para el pueblo, esto es, el que le
suministra las herramientas para actuar con eficacia sobre lo ya entendido.
Mayoría
electoral no es mayoría social por acto automático. Legitimidad forzada no es
confianza. Así la legitimidad del poder y la legitimidad del ejercicio
democrático estarán afincadas sobre un barro extremadamente frágil y, lo más
grave, la democracia se derrumbará por efecto directo de todos, de los que
ejercen el poder y de quienes pretenden sustituirlo, de los demagogos
multiplicados.
No
se va sólo a las elecciones para ganarlas numéricamente, también a aquellas
donde se cimientan los principios y se abren las puertas a las salidas.
@tlopezmelendez
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