Teódulo López Meléndez
La psicología ha dejado
establecido que nuestros cerebros actúan sobre la experiencia, formada esta por
suposiciones y conceptos con los cuales miramos la realidad e interpretamos.
Mientras lo hacemos se
acumulan las paradojas, esto es, percibimos que nuestra manera de ver el mundo
nos devuelve resultados contradictorios que parecen negar lo que pensamos. Esta
contradicción nos sume en un estado de intranquilidad que llamaremos acumulación
de dilemas, entre otras razones porque podemos llegar a la conclusión de que
mientras más trabajamos para cambiar lo que nos molesta menos resultados
obtenemos.
Cuando hay naciones en graves
procesos, como los políticos, la gente se sume en dilemas que no le suministra
suficientes elementos para el darse cuenta, para entender que debe cambiar de
mirada sobre la realidad si quiere superar la impotencia que le permite
concretar el cambio.
Tomemos, pues, a un
conglomerado humano con sus creencias para decirle que un paradigma nuevo se
instaura cuando los vigentes no pueden resolver los enigmas. Y para decirle que
suele sucederse una incapacidad para ver fuera de los límites ya inservibles.
Para salir del círculo vicioso hay que aprender a pensar de otra manera, lo que
es más difícil que dividir a un átomo, según la expresión de Einstein. Por
ello, Edgar Morin comenzó por hablarnos de la necesidad de un pensamiento
complejo que abarque la dinámica del todo.
Cuando una sociedad deja de
pensar se estrellará inevitablemente contra un muro inmodificable. Pensar
comienza por dejar de lado los caminos lineales, porque la carretera recta nos
llevará siempre al mismo lugar, generalmente al fracaso. Si pensamos
establecemos conexiones, creamos una red de interacciones, miramos nuestras
particulares circunstancias desde todos los ángulos. Ello podría llevarnos a
dejar de lado un reduccionismo que sólo percibe la fachada de un proceso
histórico-social, lo que a su vez nos conduce a la desesperación –visto fracaso
tras fracaso- que podemos traducir como el convencimiento de la
irreversibilidad de aquello que enfrentamos.
Lo contrario de lineal es
circular. Podríamos traducirlo como abandono de tomas fotográficas instantáneas
y su sustitución por una idea de permanente flujo. Tal vez deberíamos aprender
que nuestro paradigma vigente nos lleva a mirar de manera simplificada. Por
ello he dicho, en numerosas ocasiones, que las realidades se construyen. Esto
es, la realidad puede ser más que nuestra interpretación de ella.
Cuando se hace obvio de toda
obviedad que se requiere ese salto cualitativo hay que mirar con atención los
paradigmas específicos con que hemos mirado la realidad política y la realidad
real que hemos contribuido a forjar con nuestra propia mirada. La salida, la
superación de la crisis de ciudadanía y la apertura a una nueva visión. Por
ello alguna vez escribí “la unidad es nociva para la salud”. Es decir, la
división, -palabra que bien podemos sustituir con asunción circular de lo
inteligente -, la reorganización coherente llevada a lograr una sustitución sagaz
de los dogmas que nos permita obtener una visión diferente de los estereotipos
que se han sembrado en la mentalidad y agobian a algunos hasta dejarlos
convertidos en no más que residuos.
@tlopezmeléndez
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