USA y el contrasentido a los tiempos

 

 


 

Teódulo López Meléndez

La historia es larga desde la postguerra. Había que diseñar la institucionalidad económica y política de un mundo bipolar. Cuatro conferencias fueron necesarias para lo segundo: Teherán (diciembre 1943); Yalta (febrero 1945); Potsdam (julio 1945); Londres (septiembre-octubre 1945). Para lo primero la clave está en Bretton Woods (1944), con asistencia de 45 países y donde se decide que es el dólar la reserva monetaria mundial y donde se crean dos organismos, el Banco Internacional de Reconstrucción y fomento (BIRF), que luego se transforma en el Banco Mundial (1946) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde 1948 el sistema de comercio vino a ser regulado por el Acuerdo general sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). La Organización Mundial de Comercio nació el 1o de enero de 1995.

Es esta la estructura del mundo económico internacional que hemos conocido en algo más de seis décadas.  De la muerte o enfermedad terminal de viejo Bretton Woods no se hablaba desde hacía muchísimos años. El dominio ejercido por Estados Unidos sobre BM y FMI se originó en una realidad económica mundial que ya no existe.

Como un Nuevo Bretton Woods fue saludada la reunión de abril de 2009. Sin embargo, amén de la escasa participación (20 países) –si se compara con los más de 40 de Bretton Woods-  el G-20 se dedicó a un reciclaje: Más dinero para el FMI, reflote del Forum de Estabilidad Financiera (FSF) y el Banco de Pagos Internacionales. En verdad una comisión de expertos en reforma del sistema monetario y financiero, presidida por Joseph Stiglitz, ya había hecho el trabajo para la convocatoria de una asamblea que diseñara el nuevo orden económico global. De esa eventual asamblea debería salir un “Consejo de Coordinación Global” y una regionalización de estructuras para enfrentar los asuntos financieros.

Es evidente la necesidad de reformar o de construir nuevas organizaciones globales para lo económico. La crisis reciente puso de manifiesto la capacidad dañina del dinero fácil y la urgencia de acelerar la evolución del sistema financiero internacional.

Hay que agregar, en este último concepto, lo que los economistas llaman “efecto esloveno”, esto es, la existencia de pequeños mercados sin crecimiento y sin reformas estructurales y sin atractivo para la inversión extranjera. Es lo que el profesor Adolfo Castilla (Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Antonio de Nebrija) llama “Los cinco dedos de la muerte económica”, tomando la expresión del inglés “The five fingers of death” utilizada por las películas americanas del cine negro. Al “efecto Eslovenia” agrega la subida continua de los tipos de interés, el decrecimiento de los Estados Unidos, la presión fiscal al alza y la apreciación continuada de los tipos de cambio.

Hemos estado viviendo en un entorno circular en movimiento. “No hay ni comienzo ni terminación del proceso”, asegura Jay W. Forrester, considerado el padre de la “Dinámica de sistemas”.

Lo de Trump es un regreso al aislacionismo, al siglo XIX, a “mi país primero”, la manifestación patética ante la decadencia. Una postura totalmente contraria a la exigencia de renovación del comercio y del orden económico internacional.

@tlopezmelendez

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