En medio del desorden global

 



Teódulo López Meléndez

Quizás lo primero que no hace el hombre de hoy es preguntarse. Se ha hecho más apariencia que ser. Está, sí, pendiente de sus necesidades, de cómo conseguir más de manera más fácil, mientras se hunde en el vacío psíquico. Pelea por lo que cree sus derechos y se alza exigiendo protección, pero se hace sujeto de la inmediatez. El futuro lo deja pendiente, siendo ello una de las causas de la crisis presente.

El vacío psíquico se llena con un falso bienestar, uno de alivio momentáneo sujeto a la exigencia pragmática. Eso hace también de este tiempo uno de transiciones, uno donde prevalece la “comunicación” tecnológica y la superficialidad de los intercambios. Se cree actuar, pero ello está desprovisto de pensar, en un cuadro donde surgen los dogmáticos y los “propietarios de la verdad”. Una sociedad así constituida o no puede cambiar o si lo intenta será por vías traumáticas. La abrumadora información paradójicamente conduce a la incultura, pues el hombre piensa que no necesita del otro sino para fines utilitaristas

Aun así, está inconforme. En el fondo carece de poder, uno que se disputan otros, unos potentados de instrumentos tecnológicos dueños de la privacidad de todos y que no tienen escrúpulos para venderlos para diversos fines, tal como manipular unas elecciones o una decisión referencial. De esta manera la pasividad psíquica, desprovista de principios, se va convirtiendo en una violencia destructiva. El hombre es más de lo que hoy es. En buena medida hoy es un vagabundo sin ideas que hace alarde de su descreimiento como muestra falsificada de su supuesta comprensión de los entornos.

Podría hablarse de “pensamiento líquido” para caracterizar este mundo donde los planteamientos más comunes giran desde aquellos en torno a la sexualidad, hasta la condena a los sistemas políticos de libertad, no para cambiarlos sino para destruirlos, con la consecuente crisis de la democracia a la cual se le opone el autoritarismo populista.

De esta deriva sólo pueden surgir metamorfosis impensadas y repeticiones históricas. El hombre de este tiempo, inmóvil en su interior aunque a ratos se muestre activo en el exterior, ya no parece querer la guía del pensamiento, sino la respuesta tajante de un taumaturgo con poder.

Paradójicamente el avance tecnológico podría estar determinando nuevas desigualdades sociales. En el campo político la ineficiencia y la corrupción seguirán produciendo sacudidas violentas. El autoritarismo por encima del Derecho se remarca a cada instante. . Los jóvenes parecen marcados por la ira y la frustración. Hay una fragmentación del poder que contribuye a las interrogantes sin respuestas.

Imposible la realización de retratos del futuro inmediato. Sólo podemos agregar que los desafíos ameritan respuestas y que esta ocasión ellas deberán ser de iniciativas, de acciones y de decisiones urgentes, constructivas, aún en medio del desorden global.

@tlopezmelendez

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