Teódulo López Meléndez
El país está pidiendo una oferta sustitutiva de metas. El país pide clarificar propósitos. Tenemos viejos planteamientos irresueltos. Hemos vivido tratando de enfrentarlos y, aparte de haber fracasado las más de las veces, nunca hemos tenido claro hacia dónde avanzar.
No hay grandes faros que dirijan la navegación de la república. Trazarse las metas y definir los propósitos, plantearlos como un reto a la potencialidad nacional y acular la energía para lanzarse en su búsqueda, es requisito indispensable para zarpar. No se puede zarpar sin saber hacia dónde se va. No se puede tener seguridad si no se sabe ciertamente hacia dónde se marcha.
Hay que definir. La definición implica una ética y una moral. La ética del gran proceso de transformación venezolano debe estar asentada sobre bases sólidas. El cambio implica una moral, una moral sentada sobre la sinceridad y sobre la libertad plena del hombre. Mientras exista una moral hipócrita, una moral para ser violada y no haya ética en el comportamiento y en las actitudes, no podrá haber definición y por ende tampoco punto de partida.
La definición implica las metas materiales. Esto es obvio, evidente. Lo que quiero significar es que todas esas áreas han sido contaminadas y necesitará ser adecuadas a la nueva fuerza ético-moral de la república. Que aparte de reorganizarlas para hacerlas efectivas, útiles, deberán programarse al servicio del hombre y dejar de transcurrir en una vida amorfa, convencional, para hacer de ellas riqueza organizada, tranquilidad nacional, muestrario de nuestra eficacia y de nuestro temple. El manejo de la riqueza material, la eficacia y la organización que en ese manejo pongamos, sólo encontrará su norte y su garantía en una república definida en su fuerza interior, en sus patrones de conducta, en sus propósitos y metas.
@tlopezmelendez
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