Teódulo López Meléndez
La proclamación de la victoria de la técnica, la
falta de sentido como nuevo sentido y la prevalencia del pensamiento débil debe
ser contrarrestada con el fuerte resurgir del pensamiento. Es una caída
vertical que venimos sufriendo desde más allá de estas dos primeras décadas. Si
el ciudadano de este siglo deja de padecer como víctima y se decide a realizar
las nuevas formas son bastantes probables los nuevos surgimientos, en especial
en la política y en las ideas que deben envolverla.
Quizás podamos definir a esta sociedad de las dos
primeras décadas del nuevo milenio como una sociedad enmascarada que vive su
sojuzgamiento como víctima. Es menester transgredir la oscuridad. Se transgrede
en momentos de crisis. Crisis las ha habido de todos los tipos y de todas las
duraciones. Si la palabra crisis cabe se debe a causas endógenas en lo
institucional, en lo cultural y en lo político.
Está claro que esta turbulencia del presente es
transicional hacia un nuevo mundo, pero el sistema social padece ahora tal
sacudimiento que debe conducirnos a desechar componentes y a incorporar las
indispensables innovaciones. De esta presente decadencia puede venir el colapso
con la reaparición plena del totalitarismo o un renacimiento sobre las nuevas
ideas y las nuevas formas políticas. Este es un tiempo de decisión, de empujones
que alienten los nuevos caminos.
Los pasados supuestamente enterrados adquieren
vitalidad en situaciones como la presente, lo que parecen olvidar los
conservadores a ultranza que sólo confían en lo conocido que precisamente nos
condujo a este punto. La acumulación de fallas puede conducir a una crisis
general que se manifestaría en todos los ángulos, en el conjunto de lo que
podríamos llamar la reproducción social, esto, es, lo que se acostumbra llamar
‘crisis mixta”, pero que en el tiempo presente tiene como causa fundamental la
política.
Las crisis civilizatorias se enfrentan no con
retornos sino con saltos hacia adelante. Con rigidez no se superan los marcos
civilizacionales agotados. La economía siempre ha sido un factor político,
aunque hayamos vivido su imposición por encima de la política, de manera que
como concepto político hay que superar un modo de producción y arribar a una
economía humana y solidaria.
En otras palabras, estamos en un mundo envejecido y
no podemos pretender que sólo con la técnica basta para el escape. No es
posible la colocación de parches. No podemos responder así a la era de la
incertidumbre. Esto es un laberinto fáustico, muy propio de las acciones
humanas. Todo determinismo está excluido. No hay una determinación histórica causalista.
La disutopía en que estamos envueltos abre las espitas para el pensamiento y
las nuevas prácticas sociales. Hay que convencerse de que el pasado ha perdido
su función, a no ser el propio de un muestrario de los caminos que nos
condujeron hasta el presente. Los escenarios a desarrollar deben partir del
ahora. Estamos inmersos en un presente que parece eternizarse y al cual debemos
administrar una intensa dosis de pragmatismo e ideas.
@tlopezmelendez
Comentarios
Publicar un comentario