Teódulo López Meléndez
No había quórum, no
había manera de tomar decisiones, era menester recurrir a incentivos económicos
para que los ciudadanos concurriesen. Está en crisis la democracia, exclamaron
los más preocupados. Este ocurría por allá en Atenas y quien lo denunciaba era
nada menos que Aristóteles. Para bajar las preocupaciones, Aristófanes escribió
La asamblea de las mujeres donde,
sin contemplaciones mira el delicado asunto con ojos de sátira. En efecto, Blépiro,
asambleísta él, padece de estreñimiento y tiene que dedicarse a resolverlo, lo
que hace que algunos vivos se aprovechen de tan arduo esfuerzo para ejercer la
democracia con otro vestido.
El acto político es
un acto de movilización de voluntades ajenas con eficacia suficiente para que
resulte afectado el envoltorio. Blépiro, el personaje de Aristófanes, nos deja
claro que mientras algunos resuelven sus problemas digestivos otros asumen el
protagonismo.
Uno de los múltiples objetivos
que se le ponen a la democracia es el de la libertad de elegir. De manera que
los que quieren hacer llegar a los ciudadanos la convocatoria se esmeran en no
tan sorpresivas realidades. Uno –mientras transcurre este calor extremo en buena
parte del mundo y el presidente de los Estados Unidos cae en el debate-
constata que estamos en la urgente necesidad de desembarazar al peor de los
sistemas de gobierno -a excepción de todos los demás- como se dice en la ya
clásica sentencia.
A estas alturas
habremos entendido que no se trata de trajes lo que requiere la democracia. Lo
que requiere es una reinvención, porque ofrecerles a los pueblos incentivos
para que haga quórum en el acto político es como triplicar los óvalos que tanto
molestaban a Aristóteles. Y como los griegos eran unos verracos y se las
pasaban en la academia fuera de Atenas, siguieron inventando con la esperanza
de que estas sociedades de origen cultural greco-latino mantuviesen la
invención en lugar de dedicarse a hacer desfiles de moda. En buena parte la
República Romana lo hizo, hasta el punto de que aquellos granjeros ilustrados
que son llamados padres de la nación norteamericana la tuvieron más que
presente. Lástima que hoy ese país deba elegir entre estos dos que se nos
mostraron a la medida de un desastre.
Así, la democracia se
queda vestida con los trajes antiguos, mientras uno trata de rescatar a la
mujer que embadurnada acompaña a Aristófanes a los baños públicos de Atenas.
@tlopezmelendez
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