Teódulo López
Meléndez
Cuando se deja de pensar la política y se instaura la
mediocridad de la búsqueda del poder y no más, se entra en la barrena de la
inestabilidad y la decrepitud. Cuando la política se burla de la consistencia
de la complejidad del pensamiento, y se reduce a las maniobras y a hacer de
ella misma un deterioro, las sociedades languidecen en las formalidades y se
encuentran incapaces de saltos cualitativos.
La política es una revisión permanente y la democracia
una interrogación que nunca termina. Lo que se pretende es recordar que las
realidades son construibles, que hay que modificar el ángulo de los
observadores y, sobre todo, que la política se piensa y se piensa alejándose de
la linealidad y de la miseria. Hay una crisis política puntual envuelta en otra
de igual o mayor gravedad: la absoluta inconsistencia de los políticos.
Cuando se piensa la política las estrecheces comienzan
a diluirse. Se inventan los caminos y se inventa en el futuro. Los presentes
sólo son diluibles cuando se tiene la mirada más allá, en la escritura de un
relato a transitar, uno que nos hace pensar el presente desde el futuro.
Hoy ya ni sabemos lo que es la política. La labor pedagógica pasa por comenzar a decir
que en el siglo XXI la política no es lo que fue. Hay que inventar el siglo que
sólo será posible si inventamos la política de este siglo, pues nada es
construible en cuanto a organización humana que no esté marcada por la nueva
concepción de la política. No se trata de la aparición de iluminados. Hoy el
líder es un modesto suministrador de insumos que ejerce la más detestada de las
actividades: pensar para los demás, porque pensar por lo demás resultaría una
simple manifestación totalitaria.
Pensar la política es una acción liberadora pues, en
primer término, permite entender los atascos de los actores de la no-política y autoriza a vislumbrar
sacudírselos. Cuando se piensa la política aparecen los acontecimientos que
nadie creía posibles y las soluciones van conformándose en una realidad
distinta de la realidad real. Entonces habrá aparecido el nuevo concepto de
poder, el del común hecho líder.
Debemos marchar hacia la conformación de un clima
cultural distinto, de un medio ambiente externo que permita el acceso de los
ciudadanos a la enseñanza y a la práctica de una cultura de principios. Estamos
inmersos en una cultura política inmóvil que nos ha robado la capacidad de
decisión.
@tlopezmelendez
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