Teódulo López Meléndez
La inteligencia artificial seguirá creciendo, al igual que la inteligencia
natural seguirá decreciendo, bien podría colocarse a manera de epígrafe en un
texto sobre la inmediatez humana.
Se celebra el aporte al enfrentamiento de enfermedades y a la facilitación
de múltiples tareas. Los integrantes del coro mundial repiten que hay que
ponerle límites y los singulares ven venir unos humanos dominados por robots y
computadoras.
Las especulaciones van y vienen, desde su efecto sobre el trabajo y la
ocupación hasta la organización social misma, pero no hay que creer mucho en un
mundo donde los profetas hartan y lo que llamamos liderazgo mundial asemeja a
alguien echado en una acera con una buena dosis de fentanilo.
El pensamiento seguirá creciendo como estorbo y la organización de las
instituciones mundiales permanecerá anquilosada, aunque los brotes de una
reordenación y de una nueva institucionalidad se verán fortalecidos. Es que el
orden de la postguerra está agotado y el hombre parece seguir pensando que sólo
de un conflicto apocalíptico podrán cambiarse ONU o FMI o BM. La búsqueda para
salir del dólar como el rey coronado en Bretton Woods seguirá, con lentitud, y sin que sepamos fecha en la que
lo nuevo pueda ser considerado imponiéndose sobre lo que desaparece.
Contradicciones entre estatificación y cambios. Ello significa lentitud
y caos. Veremos a los intrigantes alimentando las guerra civiles e internas,
mientras se justifican en las “amenazas” para sumirse, aún más, en una carrera
armamentista que contrastará con la pobreza y el hambre mundiales y con el
cambio climático.
Hay un debilitamiento de la palabra. Cada vez tiene menos peso y su uso
es superfluo. Cada vez más se usa para los aspavientos y muchísimo menos para
el concepto. En buena parte se explica por la degradación de la política y por
la mediocrización de los políticos. Tienden a falsificar lo defendible.
La pérdida del valor y del poder de la palabra, el timo al lenguaje, la erosión
de los signos, debe ser la mayor muestra del deterioro humano. En alguna
ocasión Cortázar se refirió al cansancio de las palabras. Ahora mismo lo que
está cansado es el lenguaje todo, uno que aún nos permite señalarlo como el más
claro ejemplo de la degradación del ser.
@tlopezmelendez
Excelente. Buen inicio de año con esta gran reflexión.
ResponderEliminarNos viene advirtiendo el filósofo español Fernando Savater, que el problema no es la inteligencia artificial sino el decrecimiento de la inteligencia natural. La palabra pierde peso, La pereza y preocupación por pensar es cada vez menor.