Teódulo López Meléndez
La praxis política cotidiana agobia. El país parece harto, evasivo,
ensimismado. Hay demasiadas cosas de que ocuparse, desde el monto de una
matrícula escolar hasta los útiles necesarios, desde la medicina que no se consigue
hasta su costo, desde la comida diaria hasta el lugar donde procurarse una
atención médica
Una cultura implica diseños, imaginarios, escenarios, estados
emocionales y valores, lo que va perfilando lo que comúnmente llamamos “un modo
de vida”. Cuando una sociedad se ensimisma todo lo refiere a la mera
especulación, esto es, a hacer suposiciones sobre lo que no se conoce.
Ahora tenemos la tecnología digital, por muchos denominada la netgeneration, una que marca en una
observación que se cree el fiel reflejo de la realidad. La indeterminación del
participante sobre su validez, y su validez misma, conlleva a la creación de
muchos de los fenómenos sociales que hoy vemos. Aquí la manipulación es la
norma y la falsificación el estilo.
También, claro está, desde el mero punto de la acción política, bien
sea desde la vista anquilosada que conlleva a planteamientos encarnados en
disposiciones que pasan absolutamente imperceptibles para una sociedad
ensimismada como la venezolana o desde el lado del fenómeno de la emersión
mundial de una ultraderecha que vuelve al nacionalismo y se proclama liberal y
se centra en el uso abusivo y condenable de todas las posibilidades nefastas de
distorsión que permite la tecnología arribada a implantar participación, pero
una lejana de cultura, entendida, en primer y esencial término, como la del
hombre libre que crea imaginarios.
Una sociedad que espera y no genera es incapaz de nuevas formas de
acción política, de cultura democrática. El haber vivido un buen período en una
democracia, aunque imperfecta como todas, se truncó por la incapacidad de
regenerarla. Esta sociedad está ensimismada, por sus tantas razones y por las
introyecciones de los políticos especuladores. El lenguaje político del día a
día, así como la praxis a la que llama escuece.
El país gira sobre sí mismo procurando una respuesta a las presiones
que lo agobian, un giro que está excluyendo a la política como algo que no da
respuestas. El país está cansado, sin emoción. En un venezolanismo más que apropiado,
ladillado.
@tlopezmelendez
Estamos ensimismado, agobiados y creemos toda la información digital. Es decir vivimos como acertadamente usted lo plantea de una imaginación, de ilusiones de enamorados adolescentes.
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