Teódulo López Meléndez
París está lleno de chinches. Hay chinches en el Metro,
en los autobuses, en las camas de los parisinos, en la Francia que, con el rabo
entre las piernas, se despide del África Occidental, mientras los chinches
tratan de echar a los libreros de las orillas del Sena para la inauguración de
una Olimpíadas que deben ser fastuosas.
Francia tiene una grave plaga de chinches, aunque Nueva
York esté llena de ratas y los imaginarios se desatan hacia el combate
introduciendo hasta anticonceptivos en las rutas subterráneas de la gran
metrópoli.
Sin embargo, si se mira bien, Washington está lleno de
chinches. Destituyen a McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes
por haber jugado la cabeza para evitar la parálisis del gobierno demócrata, le
piden a Nancy Pelosi que desocupe su oficina y el presidente Biden “descubre”
que había un dinerillo de la anterior administración destinado a seguir
construyendo un muro y él, tan amable con la migración, nada puede hacer, de
manera que Trump reaparece encarnado en un Biden que anuncia deportaciones
forzosas de nuestros compatriotas.
En Delawere se produce una sentencia que muestra
jugarretas y se escribe una página más de una historieta de chinches
succionando. Saltan los acusadores de los chinches y los defensores de los
chinches. Los chinches dividen. Combatir la plaga de chinches ameritará
continuos sínodos de los ministros europeos que declararán solemnes haberse
puesto de acuerdo en financiar los chinches.
Los chinches republicanos están divididos y luego de los
pasitos de “voy pero vengo” del ilustre patinador de escaleras, también los
demócratas. El sistemático deterioro de la democracia norteamericana parece una
anunciada epidemia de chinches.
No enumeremos las pérdidas, hay que dejarlas, dado que no
se puede andar divulgando malos augurios cual profetas del desastre, perdimos
esto y perdimos aquello. A los venezolanos no le gustan los chinches, pero
duermen con ellos. Los chinches serán posteriores, “nos quedamos sin aquí, pero
yo no fui”.
Gracias, una vez más, a la Francia inmortal. “París bien
vale un chinche”, dirán los chinches criollos y partirán rumbo a las cruzadas,
convocarán a los Estados Generales y las proclamas ondearán vertiginosas sobre
lo que fuimos.
@tlopezmelendez
Como siempre, para no perderse este excelente artículo.
ResponderEliminarAntes que los chinches nos terminen de agobiar más de lo que ya han hecho.
ResponderEliminarAsí es, las chinches invaden al mundo y hay que rascarse, plaga invasora , Buen día Teódulo
ResponderEliminarPinche chinche
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