Teódulo López Meléndez
La confusión es la norma. Abajo, en la praxis constante,
encontramos que no se modifica y se niega a ser modificada, con las mismas
aberraciones y contratiempos. Nos referimos a la ausencia de lo que pueda reformular
el presente.
No es novedad alguna el alejamiento de la política. Hemos
hablado constantemente de un cambio de paradigmas que constituye, cierto es,
una exigencia de cambio en las disposiciones subjetivas capaces de alterar el
vector político. Ello se refiere, claro está, a que la descreencia se transforme
en la convicción de crear realidad desde el pensamiento y desde un ejercicio
colectivo de la inteligencia práctica.
La política ha planteado retos que no han sido abordados
con pensamiento complejo capaz de trazar coordenadas en este momento de la
historia y de la cultura. Si el ciudadano deja de padecer como víctima y se
decide a realizar las nuevas formas son bastantes probables los nuevos
surgimientos, en especial en la política y en las ideas que deben envolverla.
Quizás podamos definir a esta sociedad como una enmascarada
que vive su sojuzgamiento como víctima. Es menester transgredir la oscuridad.
Está claro que esta turbulencia del presente es transicional hacia un nuevo tiempo,
pero el sistema social padece ahora tal sacudimiento que debe conducirnos a
desechar componentes y a incorporar las indispensables innovaciones. Este es un
tiempo de decisión, de empujones que alienten los nuevos caminos.
La acumulación de fallas conduce a una crisis general que
se manifiesta en todos los ángulos, en el conjunto de lo que podríamos llamar
la reproducción social, esto es, lo que se acostumbra llamar ‘crisis mixta”,
pero que tiene como causa fundamental la política y su dejadez. Las crisis se
enfrentan no con retornos sino con saltos hacia adelante. Con rigidez no se
superan los marcos agotados, ni menos una determinación histórica causalista.
La disutopía en que estamos envueltos abre las espitas para el
pensamiento y las nuevas prácticas sociales.
Estamos inmersos en un presente que parece eternizarse y
al cual debemos administrar una intensa porción de relevos y acción. Carecer de
estrategias derivadas de un pensamiento y de un pragmatismo en ebullición
equivale a sujetarlo a la espera permanente.
@tlopezmelendez
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