Un divorcio de la decadencia

 

 


Teódulo López Meléndez

La crisis de la noción de representación de la democracia contemporánea se emparenta con la representación literaria en el sentido de que representar es hacer presente lo ausente. En política nos planteamos enfrentar esa “mediación” –reducida a restos hoy en día- entre representante y representado. En la literatura los personajes son “representantes” que fijan conexión con lo universal, son medios. Podría alegarse que también lo son en la democracia, pero los caracteriza tal alejamiento y frialdad que se convierten en abstracción. Las prácticas políticas vencidas y agotadas dejan de relatar.

Entre memoria histórica y cultura política han desafiado sobre las formas de narrar el pasado. La literatura contribuye de manera notable a los avances políticos en el sentido de estímulo social. En términos generales, la verdadera literatura siempre impugna.

Hoy en día aquellos que puedan declararse apolíticos están tomando una decisión política. El arte es un poder político. La literatura nunca escapa de la realidad, aunque esté escrita oscuramente, entre otras razones porque la supera. Y la literatura habla de los hombres y de sus acciones, buenas partes de las cuales son políticas, inquietantes concepciones hacia el futuro. Habitar la casa del lenguaje es hablar sobre los temas esenciales del hombre.

La literatura parece haber olvidado su tarea de introducir lo inadmisible. No existen algunas dicotomías prefabricadas, tales como política-poética. La literatura debe subvertir ahora los estancamientos inducidos y fosilizados por las viejas ideologías y, obviamente, las relaciones de poder. No se convierte el texto por ello en eminentemente político, en un ensayo político. La tarea se cumple desde la utilización del lenguaje sin propósito político, si se quiere, pero adelantándose al hombre como será, porque con ello basta para delinear las formas políticas de su organización social futura.

Lo que trato de reclamar a la literatura de hoy es una categoría epistémica de alta densidad teórica que sirva para conceptualizar y que implique rescatar para el arte de la palabra escrita su estatuto de acción sobre el mundo. En otras palabras, un divorcio preventivo de la decadencia y una ubicación anticipativa del futuro.

@tlopezmelendez

 

 

 

Comentarios