Teódulo López Meléndez
Las concepciones que
dieron origen a las bases del sistema democrático han permanecido inalteradas
más allá de lo conveniente y hacen agua. La organización política que conocemos
se deshace empujada hacia el closet por un cansancio obvio y manifiesto que los
gobernantes no comprenden y por las exigencias propias de un cuerpo que
necesita estructurarse con nuevos ingredientes.
Los problemas del
presente son tales, con sus millones de hambrientos o con su crisis ambiental,
que la comprensión de quienes deberían tomar decisiones se ve limitada por una
sorprendente “administración de la normalidad” o la recurrencia a soluciones
empañadas por procederes ya caducos.
En el caso de este
preciado sistema político llamado democracia el óxido se ha amontonado hasta el
punto de formar palancas que trancan el accionar de las ruedas con la
consecuente usurpación a la gente y el enquistamiento de una clase
usufructuaria.
Elecciones para crear
electores en lugar de ciudadanos. Representación para crear representantes en
lugar de instrumentos de consulta. Maniobras de poder para impedir decisión
común sobre los grandes asuntos. La vieja democracia anda boqueando.
Se envejecen las
políticas sociales asistenciales, aunque en algunas partes se va a la búsqueda
de las comunidades como protagonistas. Se modifican ellas también en el plano
de la política internacional, al tiempo que se muestra como esos mecanismos
desfallecen y se asoma la necesidad de cambiar sus destinatarios. Se envejecen
los viejos conceptos geopolíticos y el mundo se da cuenta que después de la
bipolaridad de la Guerra Fría no asistiremos a una unipolaridad dominante sino
a una asociación con los poderes emergentes que más se asemeja a una apolaridad
que a una multipolariddad.
Se envejecen las
construcciones humanas. Es de Perogrullo recordarlo, pero quizás como nunca
antes hay una repetición de comportamientos, un empeño en resolver con los
viejos métodos y una persistencia en aferrarse a los marchito, que no cabe más
remedio que repetirlo: el mundo tal como lo conocimos está agotado. Frente a
nuestros ojos surge uno nuevo que requiere de imaginación y de inteligencia
para que tenga un nacimiento normal y para que el feto no presente deformaciones.
@tlopezmelendez
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