Teódulo López Meléndez
Es obvia la influencia de la ciencia y la
tecnología para la configuración de las sociedades modernas. Entre ambas han
modificado, no siempre para bien, la relación con la naturaleza y la
interacción entre los seres vivos, han influenciado sobre las posiciones
filosóficas y han delineado estructuras sociales y políticas.
La noción de progreso ilimitado ya se
tambaleaba a fines del siglo XX prolijo en avances científicos y el papel de la
razón como guía suprema era cuestionado.
Lo cierto es que hoy las sociedades se
voltean hacia la ciencia reclamando un papel de poder en la producción de
conocimiento, de control social y el de un nuevo estatuto epistémico para la
ciencia.
Desde el mundo pobre se reclama investigación sobre líneas no capaces
de producir beneficios económicos y en otros se cuestionan las patentes de las
grandes empresas farmacéuticas.
Lo que hemos tenido es una concepción, según la cual, el desarrollo
científico y tecnológico se supedita a lo que tiene de aportar al crecimiento
económico. Una subida en el Producto Interno Bruto no significa desarrollo
social. La ciencia y la tecnología deben ayudar a este proceso.
Ya no podemos mirar a las sociedades en su relación con la ciencia como
sujetos excluidos o pasivos, para considerarlos activos en el sentido de su
capacidad de exigir y obtener proyectos de investigación útiles a sus
intereses. Es lo que se ha denominado apropiación
social de la ciencia y la tecnología. No se trata de que la ciencia no
haya tenido siempre el propósito de atender necesidades humanas, lo que se
trata ahora es de definir a los agentes científicos como parte de un sistema
dirigido a la resolución de los problemas sociales.
Por supuesto que paralelamente hay que llevar a las comunidades a la
capacidad de reconocer sus problemas productivos, sociales o ambientales. Esto
es, el concepto de desarrollo humano autosustentable. Así se plantea una internalización de la ciencia para una cultura
de paz, lo que implica ampliación de los seres humanos que se benefician de la
investigación, la expansión del acceso a la ciencia como un componente central
de la cultura y un efecto social de la ciencia y la tecnología y su disposición
a opciones no marcadas por el mercantilismo.
@tlopezmelendez
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