Teódulo López Meléndez
El planeta parece un paciente al cual no se
le ofrecen demasiadas esperanzas. Desde la organización mundial o regional de
los Estados hasta cambio climático, desde enfermedades sociales hasta el
problema de los refugiados, por doquier se enlistan las calamidades y los
desajustes.
Durante la Cumbre del Milenio celebrada en Nueva
York, en septiembre de 2000, los 189 estados miembros de Naciones Unidas
adoptaron la Declaración del Milenio. Las ocho metas fijadas son harto
conocidas: Erradicación de la pobreza extrema y el hambre, acceso universal a
la educación primaria, promover la igualdad de géneros, reducción de la
mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA y otras
enfermedades, asegurar la sostenibilidad medioambiental y desarrollar
asociaciones globales.
Sobre cada una de estas metas se han
redactado extensos documentos de análisis y señalado las fallas de su implementación,
así como mediciones necesariamente diversas sobre los avances logrados.
Personalidades e instituciones u ONG han incidido señalando particularidades
como la desigualdad en el reparto de la riqueza antes que falta de ella,
definiciones sobre exclusión, menciones sobre la feminización de la pobreza, los
gastos militares, el acceso a la educación, el trabajo infantil o el derecho a
la salud.
A ello se suman los cientos de miles de
refugiados que han debido abandonar sus hogares, las migraciones que desafían
el concepto de espacio delimitado, la degradación del medio ambiente, todo lo
cual implica la necesidad de una nueva colaboración todavía afectada por
prácticas inefectivas, la implementación de nuevos y audaces métodos que
permitan equilibrar de manera pareja la reducción de la pobreza y de la
hambruna y un uso extensivo de la tecnología de la comunicación en ese combate.
Cierto que afloran planteamientos de fondo,
muchos de los cuales se ven obviados en la terca hipocresía de las relaciones
mundiales, una manifestada a diario.
A pesar de los buenos propósitos las polarizaciones
siguen estando aquí, todos los males siguen sobre un mundo herido, causando
serios planteamientos sobre la permanencia de la democracia e, inclusive, sobre
la preservación de lo humano. El planeta parece internado en un hospital
venezolano.
@tlopezmelendez
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