De narrativa en narrativa

 

 


Teódulo López Meléndez

La crisis de la noción de representación de la democracia contemporánea se emparenta con la representación literaria en el sentido de que representar es hacer presente lo ausente. En política nos planteamos enfrentar esa “mediación” –reducida a restos hoy en día- entre representante y representado. En la literatura los personajes son “representantes” que fijan conexión con lo universal, son medios. Podría alegarse que también lo son en la democracia, pero los caracteriza tal alejamiento y frialdad que se convierten en abstracción. Más vivo está el personaje literario. Las prácticas políticas vencidas y agotadas dejan de relatar.

Un presidente hablando de “narrativas” nos provoca comentarios, como simple pretexto. Entre memoria histórica y cultura política han desafiado a las formas de narrar el pasado. El género testimonial ha convertido a muchos escritores en figuras centrales de la historia política. En ocasiones el escritor ha sido un descubridor de los secretos del poder y un lugar de resistencia. En términos generales, la verdadera literatura siempre impugna.

La relación entre política y literatura no es invariable, tienen que producirse hechos sociales que lleven al escritor a esa preocupación. Por lo demás, no debe dejarse de lado la mirada sobre la obra literaria recordando el tiempo en que fue escrita. Ninguna es una reconstrucción simple de la realidad, un espejo, simplemente una referencia al contexto. Así, el Quijote debe ser leído también como una referencia a la locura medieval.

En América Latina ha sido constante la vinculación entre cambios sociales y cambios narrativos. No estamos hablando de costumbrismo originario o de realismo social. Lo hacemos de una literatura que experimenta con el lenguaje y la forma. Tampoco hablamos ya de lo testimonial o del poeta-guerrillero. Lo hacemos del escritor que vislumbra al hombre superadas las grietas de esta transición y logra imaginarlo en un nuevo contexto social.

La literatura es un divorcio preventivo de la decadencia, incluso al reflejarla, y un anticipo del futuro. La tarea se cumple desde la utilización del lenguaje sin propósito político específico, si se quiere, pero adelantándose porque con ello basta para delinear formas de presencia.

@tlopezmelendez

Comentarios

  1. Muy interesante estas reflexiones.Que necesidad tan urgente tenemos de comprender literatura y política.

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  2. El poder desarrolla una narrativa acomodaticia, imponiendo 'gríngolas' al lector desprevenido. El verdadero escritor nos sacude, sin panfletos ni estridencias.
    ¡Saludos cordiales, Don Teódulo!

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