La aceptación de desafíos

 


 

Teódulo López Meléndez

El asunto que comienza a plantearse es el de los efectos dañinos del mundo tecno-mediático sobre la democracia. Si el hombre se convierte en un mero animal simbólico este sistema habrá perdido toda racionalidad. El hombre que “mira la pantalla” se está convirtiendo en alguien que no entiende.

Los sistemas de medir la llamada “opinión pública” están trasladándose a una tecla y quien la aprieta es alguien sin capacidad de pensamiento abstracto.

Si la democracia es un ejercicio de opinión, o “gobierno de opinión” conforme a la definición de Albert Dicey, la democracia es un cascarón vacío, pues como bien lo observa Sartori las opiniones son “ideas ligeras” que no deben ser probadas.

Numerosos analistas han señalado la desaparición de lo sensible y como hace del hombre un receptor que ve sin comprender. Ello explica la creciente e indetenible ignorancia de los políticos. Hemos llegado a una regla “tecnológica”: quien aparece conceptual no puede ganar las elecciones. Este es el mundo del instante, una instantaneidad ajena a la conciencia.

No hay ideas en los gobernantes, en los gobernados, en los políticos y en las masas fraccionadas y anarquizadas. En los países latinoamericanos es la política la que desaparece y sin ella no hay estructura social capaz de generar dirigentes y menos gobierno. El ejercicio de la política es también un problema cultural: los sistemas educativos parecen haber fracasado estrepitosamente. Los estereotipos, hacen de la decisión, o de la simple participación política, un acto sin ideas.

Debemos decir que la era industrial terminó, a la que se asocia la idea tradicional de democracia, y que estamos en otra, la tecnológica-massmediática, cuyas imposiciones, obviamente, están desgarrando a la democracia misma. Por un lado facilitó la participación y al tiempo la ha degradado.

Hay una crisis de pensamiento en un mundo de bodrios e insubstancialidad. No se trata de un plano que se proclame poseedor de la verdad ni pretenda proclamar la solución de los problemas del hombre. Se trata de aceptación de desafíos, de retos a pensar, sin los cuales no hay democracia ni libertad. La norma parece ser evitarlos y las huidas nunca han hecho bien al hombre y a sus sistemas políticos.

@tlopezmelendez

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