Teódulo López Meléndez
La sociología del conocimiento nació porque se daba por sentada la relación esencial entre pensamiento y sociedad. Temas políticos y filosóficos entremezclados están ya en Lao Tse o en el profeta Isaías. La cultura griega es prolija para estos ejemplos. Al fin y al cabo hablar sobre la Polis era un método de decir y escuchar lenguajes. El discurso filosófico sobre la política tiene un ejemplo en La República de Platón.
Si la oratoria “propiamente”
política es sometida a una mirada incisiva vemos de inmediato su aspecto
filosófico. Quizás podamos recurrir a una expresión un tanto extraña, como
asegurar que la filosofía se encuentra en una discusión política de plaza.
Grecia tenía dentro de sí el impulso crítico que le permitía revisar las
concepciones sociales. O el uso de la tragedia como expresión de las aporías de
la ciudad. O los historiadores en la búsqueda de una explicación para el obrar
humano.
Norberto Bobbio en Teoría
General de la Política nos es útil cuando
señala las tres preguntas filosóficas básicas: ¿Qué me cabe esperar?, ¿Cómo
debo de actuar?, ¿Qué puedo saber? Quizás estas sean exactamente las tres
preguntas que el hombre contemporáneo no se está haciendo sobre la política y
por ello no genera ideas y se hunde en el estancamiento político mientras
genera innovaciones en el campo de la ciencia.
Se han preguntado sobre la libertad y la han
calificado en negativa y positiva (Isaiah Berlin) o han definido a sus ensayos
de metapoética como filosofía política (Felix Oppenheim).
Cito al azar, sin pretender hacer un listado que resultaría interminable. Lo
que quiero significar es que no ha faltado quien se interrogue y ofrezca sus
respuestas.
En medio de la actual crisis de transición el
pensamiento es rechazado y los políticos no ejercen lo político, no recurren a
la forma de conocimiento superior que permita hacer inteligible la realidad
política. Tal vez el quid se encuentre en una “racionalización” efectista de la
práctica política sin darse cuenta que esto último implica el abandono de un corpus de ideas como libertad esencial para
afrontar los problemas concretos sin tapaojos y restituir sentido a una nación
aterida.
Esta mediocre clase política de la Venezuela
de hoy es la madre del desencanto.
@tlopezmelendez
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