Teódulo López Meléndez
La escisión y el
cansancio se suceden cuando un país se mueve en paradigmas agotados, en un
mundo viejo. Las viejas maneras conducen a ninguna parte.
Lo que ahora
corresponde es proponer una nueva lectura de la realidad, esto es, la creación
de una nueva realidad derivada de la permanente actividad de una república de ciudadanos
que cambian las formas a la medida de su evolución hacia una eternamente
perfectible sociedad democrática El vencimiento de los paradigmas existentes, o
la derrota de la inercia, debe buscarse por la vía de los planteamientos
innovadores e inusuales.
La inutilidad de los
viejos paradigmas queda de manifiesto cuando el hombre comienza a sospechar que
ya no le sirven exitosamente a la solución del conflicto o de los problemas.
Está claro que la revocatoria de los anteriores requiere de un esfuerzo
sostenido pues se deben revalorar los datos y los supuestos.
He allí la necesidad de
un nuevo lenguaje, la creación de nuevos paradigmas que siguen pasando por lo
social y por la psiquis. Partimos, necesariamente, de la convicción de que las
cosas como están no funcionan y deben ser cambiadas con otro tipo de sentido. Se
trata de producir un desplazamiento de la aceptación pasiva hacia un campo de
creación sustitutiva. Se requiere la aparición de una persona con su concepción
del Ser en la política, uno que se decide a hacer y a instituir. Esto es, se
requiere un nuevo imaginario social.
De esta manera hay que
olvidar la terminología clásica. Cuando las sociedades están en fase negativa. la
protesta es, muchas veces, una simple pérdida de paciencia y la lectura de quienes
que insultan un simple ejercicio de catarsis.
Se requiere un agente
instituyente (al agente) que impulse permanentemente una democratización
inclusiva. Ello provendrá de la toma de conciencia de una necesaria
recuperación (no del pasado, en ningún caso), sino del sentido. El país deberá
liderar es uno en lucha contra las distorsiones, una basada en una lógica
alternativa.
Es mediante el
pensamiento complejo que se puede afrontar el laberinto propio del siglo XXI,
pues la mezcla de elementos previsibles e imprevisibles, fortuitos, causales o
indeterminados, replantea con toda su fuerza el remontar fuera de las simplezas.
@tlopezmelendez
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