Teódulo López Meléndez
Quizás como nunca
hemos dejado atrás el pasado sin que exista un presente atrayente. La ausencia
de verdades proclama como necesaria la reinvención del venezolano, de uno que
se debate entre una mirada resignada y un escepticismo intraducible a acción
creadora.
El deterioro de lo
social-político refuerza al venezolano en la incertidumbre. El peligro
inminente es la pérdida de la voluntad que prefiere dejarse dirigir antes que
desafiar de nuevo al pensamiento.
Seguimos viviendo
sembrados en la trayectoria de lo pasado, una que conduce a ninguna parte.
Hasta la forma de pensar sigue siendo la misma, en una especie de parálisis
cerebral que nos impide comprender que debemos generar ideas que puedan
producir una transformación de la realidad inmediata.
Estamos sin los
amarres del pasado y sin una definición del porvenir. Es una auténtica
contracción del futuro indefinido. Ante la intemperie el venezolano está
tendiendo a sumirse en la simplicidad. Es necesario producir un desgajamiento
de los viejos paradigmas o, para decirlo en otras palabras, se hace
indispensable el brote de una nueva cultura.
Al futuro no se le
pueden dar formas inmóviles. Al futuro se le da forma ejerciendo el pensamiento
bajo la convicción de una voluntad instituyente en permanente movimiento. Es
mediante el pensamiento que se puede afrontar el laberinto propio del siglo XXI.
Ha que poner sobre la
mesa el argumento de la autonomía moral; esto es, resulta inaceptable que otros
tomen las decisiones que afectan nuestras vidas bajo la invención de escaparates.
Sólo ejerciendo los derechos se aprende a enfrentar la complejidad de los
problemas en un país que ha excluido el pensamiento de su lista de prioridades.
Las decisiones a tomar
son de fondo, no cosméticas por las circunstancias de los parapetos ni por la
conversión de 2023 en un año de fuegos artificiales y de planteamientos vacuos
que busquen los posicionamientos preelectorales.
Se ha anunciado un largo
año de vida en el margen. Se ha definido un año de vida en los suburbios de la
política. Se ha sentenciado el periplo de los condicionamientos. Aquí se ha proclamado
el limbo extendido.
No se trata de “ser yo”.
Aquí se trata del país del día siguiente, inabordable para estos cantores.
@tlopezmelendez
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