Teódulo López Meléndez
Lo que le sucede a la Venezuela actual es una asunción
inconsciente de los factores circunstancialmente vencedores que la hace sumirse
como pilar de ese modelo. Más aún, cree que la salida está en volver a los del
pasado, manifestándose, así como un observador protegido en el ayer y no como
un participante capaz de crear.
Esa invasión hace del conflicto mismo una expresión arbitraria. Todo
pasa a dominio del conflicto, todas las relaciones sociales están
interpenetradas y se llega a hablar del destino que tocó en suerte a ese cuerpo
social específico como fatalidad. El hombre común pierde todo sentido de
seguridad y quienes pretenden restituírsela sólo alcanzan a balbucear el
regreso de un viejo entramado que sólo lleva a una disposición anímica de
desamparo y, con la tecnología de hoy, a una descarga anímica incongruente en
las redes sociales, descarga que contribuye grandemente al engorde del
conflicto.
Al fin y al
cabo el poder no es más que una representación, pero en el campo de la
filosofía del conflicto, y para adelantarnos a los reclamos de ocuparnos del
presente, hay que decir que esa representación requiere de constante
reconocimiento de su existencia mediante una percepción de lo que se cree de
él. Lo hemos reclamado a lo largo de los años, “la modificación de la mirada”.
Ya es hora de que los venezolanos dejen de describir fenómenos y pongan
significados. La falta de respuestas – y
seguramente de interrogantes- ya parece la conversión del conflicto en un
anhelo de aclaración insatisfecho
Pareciera estamos inmersos en una cultura de
legitimación del conflicto “perverso”, mediante una aceptación de los términos
de su desarrollo, dado que los actores se visten con las cargas simbólicas de
su curso. Debemos asumir una cultura de cambio que debe aceptarse como
modificaciones sustanciales en todos los órdenes de la vida social y que
permita un reconocimiento tal capaz de generar de nuevo identidad.
Este
retorno a la política permitiría conformar lo que llamaremos a estos fines
específicos como “objetividad”, cuya ausencia, extrema paradoja no visible para
los ojos cegatos de los extremismos, impide la realización de lo social.
Así planteado, este
conflicto se hace una lucha por el poder y no más.
@tlopezmelendez
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