Teódulo López Meléndez
La política dejó dejar de ser un espacio de acción
individual o uni-organizativo para convertirse en una gran red de redes de
transmisión de información y conocimiento, creación de coaliciones y alianzas
entre sectores sociales y en articulación de presión política.
Los que se limitan a plantear un regreso a la
democracia puntofijista conforman una “cultura política” vacua. Limitan la
política a los profesionales de la actividad y reduce toda injerencia ciudadana
al acto de votar. Esta concepción encarna el pasado. La actividad ciudadana
debe estar centrada en numerosos puntos de alarma que se encienden produciendo
una cadena de reacciones. Esta nueva mirada no equivale a un estado
hipersensible ni de permanente conflicto, sino a una introyectada en un cuerpo
vivo.
Frente a estos repetidores de oficio hay que plantear,
como respuesta contundente, una reapropiación de la política por parte de los
ciudadanos. Ello conduciría, qué duda cabe, a un elevamiento de la calidad del
debate público, al surgimiento de un contrapoder que oponer a quienes ejercen
el control de las instituciones del Estado, lo que incluye a las marchitas
organizaciones partidistas.
Los profetas dicen y repiten todo lo que hace falta
para mantener a la población en un estado de somnolencia. Hay que cambiar el
desprestigiado concepto de “opinión pública” por el de “atención pública”, pues
esta última implica un estado permanente de vigilancia, lo que no significa un
estado de exaltación, sino de tranquila y consuetudinaria acción de ciudadanía.
Los cambios hacia una democracia del siglo XXI
implican el análisis de libertad. Hemos venido entendiéndola como la
posibilidad de hacer todo lo que la ley no prohíba o no dañe los intereses de
los terceros y colectivos o la posibilidad de opinar y de expresarse libremente
o de postular o ser postulado. La libertad debe implicar el control efectivo de
los elegidos, de organizarse en lo que se llama “sindicalismo de masas” y en el
de la capacidad de imaginar, pues esta última nos permite un campo permanente
de crecimiento de la libertad misma.
La denomino “libertad creativa” para impedir la
democracia como campo estéril, como un recurso no renovable, para hacerla un
recurso natural renovable.
@tlopezmelendez
Un ciudadano con capacidad de pensamiento crìtico, sentido comùn, concepto del bien, capaz de exigir sus propios derechos, cumplir sus propios deberes y reconocer sus obligaciones; con capacidad de escuchar, analizar, reflexionar, de promover la noviolencia, etc. etc. etc.
ResponderEliminarUn ciudadano instituyente.
Gracias carissimo Teòdulo.