Teódulo López Meléndez
Todo proceso histórico está
lleno de coherencias y de incoherencias. Intentar la creación de bases de
comprensión quizás sólo sea posible desde la incertidumbre y desde los asomos
del caos. La democracia es el sitio preciso para comprender el conflicto, lo que
implica considerarla no como un elemento disolvente del mismo, sino como el
establecimiento de esa comprensión, una que pasa por entender que el orden
civil no puede determinarse desde la exclusión.
Hay un profundo desgaste de la política hasta el punto
de haberse devaluado como principio de entendimiento. El punto clave está en el
discurso. Asistimos así a sociedades dispersas, enemistadas y atomizadas, donde
el juego democrático ha sido amputado.
Podemos admitir todas las fallas de la llamada
democracia representativa, es más, nos contamos entre quienes reclamamos un
nuevo concepto democrático del siglo XXI, pues, admitámoslo, la vieja
democracia dio suficientes muestras de ineficacia estructural para alcanzar el
bien común, de manera que centrarse en ella como respuesta a la contraparte es
un incentivo al conflicto.
Se está formando una cultura
popular en el cruce de los enfrentamientos, pero tiene características propias
que tarde o temprano se impondrán sobre los actores del conflicto porque los
llamados sectores populares se están conformando su propia visión mientras
transcurre la cotidianeidad. Es lo que, en términos gramscianos, se llama
“sentido común”.
Si vemos sólo lo que
queremos ver, cada uno encerrado en sus certezas equivalentes a ficciones,
viviremos un enterramiento en un presente continuo. Queremos señalar como
imposible la prospectiva del futuro si no se sale de la mirada rutinaria.
La mejor manera de construcción del futuro es
alimentar el presente con él. Nadie pide la sustitución de una ficción por
otra. Lo que se requiere es hacer de la mirada una complejidad de interacción. Prospectiva,
como una manera de mirar a lo lejos y de lejos.
La búsqueda del futuro no pasa por un análisis de las evoluciones
posibles del presente sino por conjeturarlo. La determinación de cómo llegamos
al presente es la primera pregunta. un retroceso retrospectivo hasta arribar a
uno prospectivo que determina la posibilidad de lo que viene.
@tlopezmelendez
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