Teódulo López Meléndez
El concepto de tiempo nunca ha sido cosa fácil.
Fernand Braudel (La historia y las ciencias sociales) sostiene que existen
múltiples tiempos sociales lo que da lugar a una dialéctica de duraciones. Norbert Lechner (Las
sombras del mañana) habla de una especie de enfermedad llamada
“presentismo” que contrarresta la infinitud del deseo.
La sociología hoy nos habla de la necesidad de una
permanente disposición al cambio y de una reflexión continuada, elementos
ausentes de la realidad venezolana. Hay un origen distorsionador y un presente,
el real, que se elude, constituido por las inmensas necesidades de nuestra
población, las que siempre elenco colocando de primero a la salud.
Aquí hay gente creyendo en su propio presente como
límite, lo que conduce a la negación de las complejidades infinitas de lo real.
De allí a perder el ímpetu del cambio sólo hay un paso, la espera se hace
especulación y los anteojos de suela oscurecen la posibilidad de ver elementos
más allá del fango de lo cotidiano.
“La retracción de la palabra”, dijo
George Steiner, al hablar de la derrota del humanismo. Quizás pudiésemos
emplear la expresión para estos tiempos venezolanos donde una especie de
reducción espontánea los lleva sólo a hablar de “primarias” en una algarabía
circunscrita y en un cierre anunciado.
Desde los síntomas que se asoman se puede establecer
un abanico de posibilidades y hasta de eso que comúnmente se llama
“imprevistos”. Algo que hemos aprendido del pasado es la volubilidad de los
acontecimientos, siempre dispuestos a salirse de los cauces previstos. Si
recurrimos a los comportamientos de estos actores políticos podremos observar
sólo movimientos circunstanciales condenados a la materialización divisiva.
Sólo con nuevos criterios sociales provocados por el
entendimiento de las complejidades infinitas de lo real los pueblos encuentran como
suplantar la divagación absurda y el ejercicio banal de la política.
Para estos actores lo único que existe son
“primarias”. Para ellos el país deberá plegarse a la consumación de su límite. Bien definió la filosofía del tiempo al
presentismo, el que se quiere ver, agregaríamos, mientras le son inexistentes
las crudas realidades que ignoran desde su obcecación inerme.
@tlopezmelendez
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