Teódulo López Meléndez
De necedades está empedrado el camino del fracaso, podríamos
parafrasear para comenzar a ocuparnos de los estultos.
Podríamos ser amables e irnos hasta Erasmo
de Róterdam con su “Elogio de la locura”, también conocido como “Elogio de la
estulticia”, en su intento por comprender la naturaleza humana, pero el tiempo
y el bienestar la compran nos parece recordar en Maquiavelo.
“Esto no se arregló”, refutan algunos, no sin
percibir que, en efecto, se está arreglando para una franja, mientras reaparece
la inflación, iniciada con un desliz impositivo, que está aumentando la pobreza
y la desnutrición.
Los estultos perciben de El Chapulín colorao
(“síganme los buenos”) y así emiten invitaciones a participar, para agregar de
seguidas que en su reino sólo serán admitidos los que son verdaderamente de
oposición.
Y los que pululan fuera y se creen
“verdaderamente de oposición” ponen su propia estulticia para esquivar a los
estultos que creen que con elogios cumpleañeros los van a atraer olvidando que
se mueven por un problema de género (la primera en lograrlo), o por marcar el
currículo. Habría que recordar a estos últimos, que un problema clave es que en
este país no hay segunda vuelta y que en vez de andar soñando con fantasmales
referendos revocatorios han debido proponer una reforma constitucional, a pesar
de su también inviabilidad y de que en este país venezolano se dan las vueltas
sin remordimiento ni excusas.
Las nuevas teorías sobre la estupidocracia ya
ocupan unas cuantas páginas en el quehacer ensayístico, aunque los filósofos ya
habían definido lo que hacían como una labor para perjudicar la necedad,
Nietzsche dixit. Aún más atrás, en la antigüedad, se miraba a los equilibristas
con conmiseración porque podrían caer ante la risa exterminadora del público.
En esta Venezuela de hoy la estulticia les sirve a los estultos para
refocilarse en su propio bienestar.
Volvamos a Erasmo destruyendo las arquitecturas diseñadas para disfrazarse
o cómo se permite actuar sólo a los que no perturban. Las imágenes se refieren
a los encandilados o a los que están parados sobre las manos. Es lo que se ha
definido como la conexión vital con el error. Emprender rumbo desde él, es lo
que hacen los estultos. Hay que desarmar esta arquitectura.
@tlopezmelendez
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