Teódulo López Meléndez
Estamos asistiendo a la miopía de las ideas en este reino de la incertidumbre.
El desencanto nos sume en el sin sentido. El ser optimista y agitado ha dejado
paso a un escéptico sin norma. Ya no se le pregunta a nadie o, dicho de otra
forma, la pregunta es formulada a nadie.
Los sistemas políticos están cuajados de incertidumbres. Como no se
cree en nada, menos en lo colectivo, sumada la exigencia de la necesidad vital,
resurge la vieja enfermedad del sálvese quien pueda.
Hoy persona es quien detenta poder. Algunos pretenden ver en la
multiplicidad de la oferta el reino de la libertad y hasta llegan a pensar que
esta supuesta capacidad de escoger es la mejor muestra de la humanización de
los controles. El acceso posible a todo es una concesión ilusoria, puesto que
lo opuesto a ilusorio es lo concreto siendo así la libertad el trato concreto
con posibilidades concretas. Gabriel Zaid lo describe con exactitud: “Lo
concreto se vuelve mera posibilidad; lo cercano distante; lo personal,
impersonal; los nombres, abstracciones del anonimato o la celebridad; la
convivencia, relaciones públicas. Se trata de transformar la necesidad en
libertad”.
Estamos caracterizando, tomando como guía, un total abandono del saber.
Mientras menos sabemos, menos nos angustiamos, ecuación simple y patética. Lo
que estamos viendo es la imposición de un proceder donde es posible estar sin
objetivo y sin sentido. Mal podemos hablar de salidas cuando sea repite la
misma jugada por los mismos actores y tenemos a un hombre a punto de la
necesidad inducida de mirarse al agua para revalidar, una y otra vez, la oferta
manipuladora.
Eso de mirar en la historia para no repetir los errores parece un resoplo.
El hombre comete las mismas barbaridades no por falta de memoria sino por una
acumulación de procesos y circunstancias. La repetición de los errores proviene
de la incapacidad de alzar la mirada.
Reclamemos un personalismo social y una relacionalidad en todos los ámbitos.
La distracción permanente se traduce en incoherencia, en mediocridad que
uniforma. Es urgente una reconsideración social del hombre venezolano que porte
a la autoafirmación, una que lo haga protagonista de su propia historia y de la
de los demás, esto es, del futuro.
@tlopezmelendez
Excelente artículo
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