Teódulo López
Meléndez
Las guerras estaban
antes de Ucrania. El cambio climático tenía décadas de descubierto y ocultado
por los intereses mercantilistas. La aparición de un virus que condujese a una
pandemia había sido advertido. Las enfermedades del presente mostraron todos
los síntomas y la respuesta fue aplazar u ocultar.
El hambre campea en
infinidad de sitios. El número de muertos por los conflictos militares suman
cientos de miles. Los desplazados que huyen, por diversas causas,
suman millones.
Al menos seis
conflictos armados, casi totalmente ignorados por la opinión en los medios tecnológicos
de hoy, causan dolorosas víctimas. Hay hambrunas sepultadas, como el caso de
Afganistán que sólo encuentra en la voz del Secretario General de la ONU, un
reclamo constante. Quienes huyen, sin patria y sin destino, son cada vez más.
No estamos frente a
novedades sin antecedentes en la memoria humana. Esta asiduidad del paso del
hombre sobre la tierra no se encuentra en ninguna otra especie de la escala
zoológica, sólo repetida por la nuestra. Reaparece ahora en el escenario de
avances tecnológicos, pero también en un tambaleo de la indispensable tarea del
pensamiento.
Las tinieblas son
acrecentadas por la retórica, por la asunción de lenguaje y acciones
determinados por supuestos intereses nacionales y de geopolítica. Este pequeño
planeta y su habitante más destructor, el hombre, ha sobrevivido a los
antecedentes y seguramente ahora también lo hará, pero es posible que lo sea
dejando atrás el hábitat terrestre, en una migración planetaria de
supervivencia.
La
paz suele durar poco pues siempre vuelve a mostrar su rostro utópico. La guerra
-esta sí- que ahora ocupa, tiene sus aristas particulares: una mediocridad inaudita
en la dirección mundial, una Europa siempre asustada y dependiente y los
imperios que buscan su renacimiento, desde una “intervención” hasta la proclama
de “hemos vuelto”. Son maestros en las poses.
Siempre
se ha mentido, pero la tecnología permite hacerlo ahora como nunca antes hasta
llegar a definir esta era como la de la posverdad. Los crímenes están por todas
partes, desde África hasta el Oriente Medio, desde la Europa (modelo de Lautrec)
hasta los confines asiáticos y americanos. El hombre de sí mismo.
@tlopezmelendez
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