Teódulo López
Meléndez
Por allá por el
2020 recuerdo haber citado en un artículo a Jean Cocteau: “El infierno
existe, es la historia”. Seguramente al inicio de la pandemia y con la
mirada puesta en las plagas que han azotado al hombre.
Esa sentencia me
vuelve ahora, no sólo por Ucrania, sino por todos los conflictos que muchos
son, pero quizás debamos limitarnos a los millones de desplazados -por guerras,
hambrunas, política y falta de agua- que carecen de patria y nacionalidad.
Ese carecer se ha
impuesto como símbolo del presente mientras los especuladores trazan sus
particulares visiones del mundo que habrá de quedar luego del hoy violento, uno
en carrera armamentista, uno en procura de los arreglos para deshacer
sanciones, uno en giros de preservar influencias geopolíticas.
Sin embargo, a
quienes a diario miramos al mundo y vemos sus falsificaciones, la expresión del
poeta francés, nos vuelve a recordar al hombre como el más voraz de los
depredadores y como al hacedor de guerras que no encuentran paralelo en otros seres
vivos.
Citaba en redes a
Bismarck sobre como se miente antes de unas elecciones y durante una guerra,
sólo que ahora la verdad se ha convertido en una pérdida total, aun como una
opinión generalmente aceptada. Es la otra cara de la tecnología, la fea, que ha
multiplicado el intercambio, pero uno automático donde cada quien cree lo que
quiere creer si eso lo refuerza en su creencia original. El prefijo “pos” debe
ser uno de los más utilizados, sólo que también el comercio se ha apoderado de
él y no es más que un sistema de pago.
Cuando Alejandro
regresó a Atenas dijo que lo primero que quería era visitar a un filósofo
llamado Diógenes. Prepotente se paró frente a él y le dijo “soy Alejandro, ¿qué
quieres?” para obtener como respuesta “que te apartes que me estás tapando el
sol”. A más de uno habría que decírselo, encarnación como son de la oscuridad,
que no era el caso del conquistador de Persia, sólo pensando en otorgar al
filósofo un palacio con sirvientes para que, tranquilo, filosofase. Se
acuclilló y hablaron horas. Los generales lo interrogaron con las miradas y él
sólo dijo “me gustaría ser como Diógenes¨.
Aquello de que “la
historia se repite” es apenas hoy una red social, la nueva historia pos.
@tlopezmelendez
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