Teódulo López Meléndez
Cuando todo
pasa a dominio del conflicto, todas las relaciones sociales están
interpenetradas y se llega a hablar, del destino que tocó en suerte a ese
cuerpo social específico, como fatalidad.
Al fin y al cabo el poder no es más que una
representación, y para adelantarnos a los reclamos de ocuparnos del presente
real, hay que decir que esa representación requiere de constante reconocimiento
mediante una percepción de lo que se cree de él. Lo hemos reclamado a lo largo
de los años: “la modificación de la mirada”. Ya va siendo hora de que los
venezolanos dejen de describir fenómenos y pongan significados. La falta de respuestas – y seguramente de
interrogantes- ya parece la conversión del conflicto en un anhelo de aclaración
insatisfecho.
Pareciera
estamos inmersos en una cultura de legitimación del conflicto perverso,
mediante una aceptación de los términos de su desarrollo, dado que los actores
se visten con las cargas simbólicas de su curso. Debemos asumir una cultura de
cambio que debe aceptarse como modificaciones sustanciales en todos los órdenes
de la vida social y que permita un reconocimiento tal capaz de generar de nuevo
identidad y reconocimiento mutuo.
El planteamiento ideológico provee de una
autovaloración y de una justificación, en pocas palabras, otorga la fe, como
concede una autorización para determinar lo bueno y lo malo. En verdad el
contenido ideológico arrogado sólo otorga la especificidad a una eficacia. Así
sucede a pesar de ser una noción del marxismo ortodoxo el ‘fin de la ideología”
al considerarla como típico producto del capitalismo y en consecuencia
innecesaria al término de las relaciones de dominación. Lo único que interesa a
los efectos del conflicto es su eficiencia práctica, dado que otorga coherencia
en el ejercicio del poder.
Un retorno a la política permitiría conformar lo que
llamaremos a estos fines específicos “objetividad”, cuya ausencia, extrema
paradoja no visible para los ojos cegatos de los extremismos, impide la
realización de lo social.
El conflicto político venezolano se desarrolla sobre las minucias de la acción política cotidiana. Un conflicto ejercido a diario sobre lo circunstancial es en sí mismo una lucha por el poder y no más.
@tlopezmelendez
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