Teódulo López Meléndez
El país nos reclama percibir la singularidad de los sucesos escapando de toda finalidad monótona. Quizás podríamos alegar que debemos captar el futuro como su retorno e ir entonces a todas las escenas y a todos los roles posibles, definiendo incluso las ausencias (como el fracaso en haber alcanzado los objetivos propuestos) porque determinar lo que no ha tenido lugar es esencial para definir el futuro, uno visto correctamente como una construcción para poder decidir en el presente.
Hoy ya ni sabemos lo que es la política.
La labor pedagógica pasa por comenzar a decir que en el siglo XXI la
política no es lo que fue. Hay que inventar el siglo que sólo será posible si
inventamos la política de este siglo. Pensar la política es una acción
liberadora pues, en primer término, permite entender los atascos de los actores
de la no-política y autoriza a
vislumbrar sacudírselos. Cuando se piensa la política aparecen los
acontecimientos que nadie creía posibles y las soluciones van conformándose en
una realidad distinta de la realidad real. Entonces habrá aparecido el nuevo
concepto de poder, el del común hecho líder, que pasará por encima de quienes
encarnan el Estado en lo momentáneo y de quienes lo encarnan desde talismanes,
llámese unidad o llámese como se llame, organizados en el vacuo propósito único
de sacar del poder, del viejo poder, a quienes hoy se solazan en él.
Dejemos las corrientes que van desde el pensamiento político cubano del
siglo XIX marcado por el “destino manifiesto”, desde el pensamiento jacobino
pasando por la “filosofía del resentimiento”, del sociólogo francés Pierre
Bourdieu con su "teoría de la violencia simbólica", hasta los viejos
moldes vistos en el siglo XX, sumados los elementos populistas y militaristas
propios de América Latina.
La primera, es que no se puede seguir hablando de democracia pensando
que es un sistema donde se vota o donde hay representatividad o participación. Política
no es la actividad que realizan los políticos. Política es participar en la
actividad social. Es necesario terminar con la desnaturalización del concepto
mismo, la creencia generalizada de una particularización “profesional”.
Hay que conceptualizar la democracia o perece, como lo que perece.
@tlopezmelendez
Como siempre muy acertado y pedagógico! Felicitaciones!
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