Teódulo López Meléndez
Los conflictos forman parte
connatural de lo humano, pero el hombre siempre tuvo la intención de
comprenderlos y de ejercer sobre ellos toda la fuerza que permitiera
transformarlos. Hoy mira la realidad con cansancio y el pesimismo se establece
como un pesado herraje que impide el poder transformador de la cultura.
Quizás piense que el conocimiento
que ya tiene de la historia es suficiente para autocondenarse. Es una
particular ataraxia que sustituye con
imperturbabilidad la condición alerta.
La insatisfacción con lo
existente parece haber perdido su capacidad de motorizar el eterno viaje hacia
el conocimiento. El hombre ha perdido la fuerza para imponer la sumisión de la
realidad al orden simbólico. El cansancio ha alcanzado hasta el comprenderse a
sí mismo. Parecemos presididos por una renuncia a la necesidad básica de
sentido. Nunca como ahora el hombre ha dejado de saber lo que es.
El hombre no es un simple
marchante hacia su propia finitud. Sin embargo, ahora parece sembrado
melancólico en un presente abrumador negativo que se le asemeja a un fin de
camino, olvidando su condición de ser que se trasciende a sí mismo.
Quizás sufre una pérdida del
sentido de autoposesión que lo ha llevado a ver reducida su condición
impredecible. A pesar de estar sumido en un individualismo hedonista es como un
prisionero de lo vivido en el fracaso. La modernidad le dijo que el saber era
la búsqueda de la utilidad, esto es, ya saber no era sabiduría. Que entender el
mundo ya no era comprenderlo, sino saber cómo funcionaba. De golpee el hombre
se encontró sin fundamento de unidad.
Cuando la vía de acceso a la
realidad se hizo única, paralelamente la transformación de la realidad se hizo
mecánica y eso es un desorden, lo que podríamos hacer equivaler a una ausencia
de novedad mediante el atosigamiento de las novedades tecnológicas. Al
convertir lo demás en fantasías improbables el hombre fue desdibujado, en un
ser predecible, en una realidad moldeable.
La cultura se ha teñido de
banalidad. Es por ello que insisto de manera frecuente en la palabra
“reinvención” como sustitutivo de desencanto. La falta de sentido y la reclusión hacen este pensamiento débil la
enfermedad fundamental de este tiempo de paréntesis.
@tlopezmelendez
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