Teódulo López Meléndez
Desde 2012 no veíamos en las encuestas con tanta fortaleza el planteamiento Ni Ni como lo estamos viendo a mediados de 2021. En efecto, se están marcando hasta en un 64.8 las respuestas en este sentido. Como sabemos el término viene del inglés NEET (not in education, employment or training), pero en la política venezolana se usa para referirse a quienes dicen no estar ni con el gobierno ni con la oposición.
Una mirada a las cifras establece
paralelismo con el desinfle de la tesis de la presidencia interina. El
fenómeno, está claro, no ha sido súbito sino progresivo. La falta de respuestas
prácticas, la ausencia de atención a las necesidades básicas y la inexistencia
de salidas políticas, nos han retrotraído a aquellos tiempos donde entusiasmar
a los Ni Ni era el Non Plus Ultra de los aspirantes a ganar elecciones.
Aparentemente, porque la cúpula oposicionista pretende ganárselos a la inversa,
negando la participación electoral, de la cual no aprenden, de la cual no
extraen las lecciones del no hacer.
En cualquier caso, estamos ante
un vacío de confianza, ante el patetismo de un liderazgo amorfo. Cualquiera
puede sacar beneficio de esta ausencia, ofreciendo respuestas y concretando
obras, pues los venezolanos desesperados lo que priorizan son sus necesidades
básicas, más que el enganche en fórmulas peripatéticas.
El país está harto de palabrerío
hueco, de insustancialidad, de correrías juguetonas de políticos sin formación
y sin talento, harto del estire de la arruga, de la invención de fórmulas en
los laboratorios de la mediocridad y del verbo intrascendente de un lenguaje
opaco, viejo y saturado.
Frente al hecho concreto,
inaplazable e irremplazable, de unas elecciones regionales se guarda la omisión
como hacer. Algunos aspirantes al liderazgo aguantan su decisión, admitamos que
con debida prudencia, aunque se amerite recordarles que un líder no sólo
interpreta y acoge a la gente, sino que muchas veces debe desafiarla si está
convencido de que su posición resistida es la mejor.
A este país no se le puede seguir
hablando con lenguaje melifluo para ganar tiempo, con los condenables esfuerzos
que sólo buscan mantenerse en un protagonismo egoísta. Hay que declarar la
muerte de “lo políticamente correcto”.
@tlopezmelendez
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