Teódulo López Meléndez
El día primero de julio de 1921se
funda el Partido Comunista Chino, centenario que celebrarán, historia marcada
por grandes sucesos, como la victoria del Ejército Popular de Liberación sobre
los nacionalistas del Kuomintang en la Guerra Civil y a Mao Zedong proclamando
el nacimiento de la República Popular.
El derrotado Chiang Kai-shek se refugia
en Taiwán, abriendo un proceso que también marcará la historia futura por el
reclamo permanente de la China continental sobre la isla. Mao le dijo a Nixon
que podrían esperar cien años para recuperarla, mientras ahora vemos diluirse
la “promesa” de Den Xiaoping sobre el respeto al estatus especial de Hong Kong.
Largos en sucesos estos cien
años. Bajo Mao el Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural, o las acciones
definitorias de Deng Xiaoping. En efecto, Deng se lanza a reformas profundas
abriendo espacio a una “economía socialista de mercado” como muchos definen la
tesis de “un país, dos sistemas”. No sin sobresaltos muy graves como las
protestas de la plaza de Tiananmén de 1989.
Ahora está Xi Jinping, quien por
momentos parece tomar un giro autoritario. China ha multiplicado varias veces
el PIB, pero tiene aún millones de ciudadanos rurales en la pobreza. Su
población envejece, pero autoriza hasta tres el número de hijos permitidos. Se
mueve procurando, sobre todo por la vía económica, el aumento de su influencia en
el orden global, bajo una convicción: “la decadencia norteamericana es
irreversible”.
Si bien no descuida las
transformaciones geopolíticas la principal apuesta china es tecnológica. En
esta era de juego a la rivalidad del futuro, China va a la recuperación de
tierras en el Mar Meridional, defensa aérea en el Mar Oriental, a la infraestructura
de la Franja y la Ruta y al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura.
Cierto, pero Xi juega sobre la inteligencia artificial, la robótica y la
ingeniería biomédica.
China superará tecnológicamente a
Estados Unidos en un número indeterminado de años, es la apuesta más común,
sobre todo basada en un elemento político -si recordamos a Spengler- “la decadencia
de occidente”, uno que deberá olvidar aquella metáfora racista del siglo XIX
que hablaba del “peligro amarillo” y ponerse los pantalones de una nueva era.
@tlopezmelendez
Para dar este salto, cuánto ha tenido que occidentalizarse la milenaria...
ResponderEliminarSin duda la República Popular China se convirtió en una gran potencia. Seguirá creciendo económicamente por le sobre potencial para ello. Sin embargo, tarde o temprano tendrá que lidiar con las contradicciones del sistema capitalista. Ese será un gran reto.
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