Prisioneros del lenguaje

 



Teódulo López Meléndez

Ante cada circunstancia nuestros actores políticos repiten lo mismo. Podría pensarse tienen severas limitaciones físicas de lenguaje, aunque piadosamente preferimos atribuir tal condición a falta de lecturas y, para culpar a un tercero, a la evidente falla, omisión y culpa de las viejas y periclitadas universidades en la formación de líderes.

Uno debe reprimir la tendencia a perderse en consideraciones sobre la filosofía del lenguaje, a pasear desde el formalismo ruso, desde la fenomenología y la hermenéutica hasta el estructuralismo y la semiótica y a engullirse el postestructuralismo  y el psicoanálisis.

Es cierto que las tesis sobre el lenguaje tienen reflejo en el actuar específicamente político, pero aliviémonos dejando simplemente de manifiesto algunas obviedades del comportamiento de acción y de lenguaje. Este país se redujo a opciones binarias: bueno y malo, verdadero y falso, aceptable e inaceptable, razonable y locura.

Así reducen el país a una aporía, esto es, a una paradoja irresoluble. Agreguemos los constantes aprietos al sistema de lógica: sueltan los “criterios” con un facilismo que impide toda salida. Y el país, analizable desde esta hibridez de Derrida con Freud se hace prisionero del lenguaje de la ilógica, de unos fonógrafos repetidores de sandeces, de una imposibilidad total de salida.

Ya que nombramos a Derrida recordemos de su terminología la “diseminación”, para dejar en claro que los significados continuamente se derraman. Aquí ya no hay significación posible.

Cuando se acepta sólo una manera de ver el mundo el autoritarismo se siembra y la terquedad en lo repetitivo le mete al país en la cabeza que todo es una representación.

En medio de esta pavorosa crisis social nos hemos detenido por un instante en una lingüística puesto que es obvia su condición de causa en todos los pesares. El lenguaje ya carece de significados. Añadamos que cuando hay demasiado poder la crítica total se hace parte del problema y las únicas formas de acción política eficaz pasan a ser las parciales. Pero no, ya le tomamos el gusto a ser prisioneros de este discurso, hemos perdido hasta la condición de signo para convertirnos en una simple especulación para los que hacen del lenguaje un sonido desarticulado.

@tlopezmelendez

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