Teódulo López Meléndez
Mientras “Filomena” blanquea la capital de España las editoriales la
tiñen de negro con una masiva edición de textos sobre crímenes. Mientras la
política se tiñe de negro las editoriales encuentran que una tabla de salvación
es la intriga policial, los misterios detectivescos y el otorgamiento a los
lectores de una trama donde distraer su aburrimiento de los textos
trascendentes.
El año que comenzó aparece marcado por un “mientras”. Lo es en Estados
Unidos, en el drama de la presidencia moribunda, una en la cual uno puede
intuir perfectamente los rasgos de los movimientos políticos destinados a
acelerar un fin, pero donde hay que declararse desconocedores de las reales
consecuencias jurídicas.
“Mientras” parece decir todo el mundo y no se puede determinar si se
refiere a la resaca de la mezcla de festividades más virus o al asalto de una
pérdida de visión que se alargará como un invierno que sabíamos sería cruento
por el cambio climático.
Sin embargo este “mientras” no es una página en blanco. Los adoradores
del populismo y del hombre providencial llenan las redes sociales con protestas
y alabanzas por el Führer que queda para un mañana impreciso. En medio de la
barahúnda uno puede seguir lo que dice y hace Joe Biden y no deja de reconocer
un talento político impregnado de concreciones y, sobre todo, de una conciencia
plena de lo que le tocó en suerte y de cuál es su papel histórico.
“Mientras”, entre nuestras imprecisas fronteras, algunos políticos
parecen no percibir que comenzó su decline, el fin de la fugaz aparición, y
otros no se dan cuenta que cada cosa que se inventan es tan igual a la anterior
que borran de los almanaques nombres y números. Este país es un “mientras”. Ya
no le valen mantras. Ni de uno ni de otro lado, ni extensión de
autoproclamaciones ni el repetido anuncio de que ahora sí se arreglará la
economía. El tiempo sigue su inexorable trascurso. No se puede ni se debe con
un “mientras”.
La democracia, en general, está en un “mientras”. Arrollada, vituperada,
reducida a pretexto. Tal vez sea el hombre el que está en un “mientras”,
confuso, delirante en la posverdad y llevado en andas por una ola degenerativa
que lo hace incongruente. Los términos de este tiempo son peligrosamente de un
“mientras”.
@tlopezmelendez
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