Teódulo López
Meléndez
La patente crisis de la
democracia nos conduce inevitablemente a hablar de Estados Unidos puesto que en
ese país se ha producido uno de sus más patéticos episodios, pero nos gustaría
salir de allí, no sin advertir varias cosas.
Una lectura detenida de las
reacciones a las primeras decisiones de Biden muestra una especie de eclosión
de opiniones alegando que la situación va más allá de la destrucción sembrada
por Trump.
Biden tiene una prioridad que le
impone la realidad, controlar una pandemia que ya ha matado a 400 mil de sus
ciudadanos y que puede sumar 100 mil más en cuestión de semanas. No obstante,
ha tomado decisiones sobre otros temas vitales. Imposible que lo hiciera, o lo
haga, sobre el fondo del sistema político.
La democracia nortamericana es un
enredo. Lo definí en algún texto pasado como exceso de federalismo. Baste
ejemplificar como cada estado de la Unión tiene sus propias maneras de contar
los votos, amén de que Trump trató de destruir una institución básica allí como
es el correo, por el cual millones expresan anticipadamente su decisión.
Generalicemos ahora: para
preservar la democracia no se pueden complicar los procedimientos, por el
contrario, hay que simplificarlos. El equilibrio de poderes no se sostiene por
las conveniencias partidistas ni en aras de una paz interna mantenida sólo por
concesiones a los actores políticos. El juego democrático no puede ser
absorbido en exclusividad por los partidos, los que deben ser unos más entre
las formas de expresión, suplantando aquel dogma de que sin ellos no hay
democracia, cuando en verdad la multiplicidad de la organización social es lo
que da oxígeno al sistema de libertades.
La democracia es frágil. En
verdad cuando se llama a votar se excede a la mera elección de unos
funcionarios, pues lo que en el fondo dramáticamente se está preguntando es si
se quiere mantener esa democracia. No puede haber intervalos sin ejercicio
democrático, pues entonces la democracia deja de ser la norma para pasar a ser
una excepción.
La obligación clave de la política
en este siglo es la reformulación de la democracia. La he llamado democracia
del siglo XXI. Al respecto allí están mis libros que han ocupado todo mi tiempo
en el ejercicio de la filosofía política.
@tlopemelendez
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