Teódulo López Meléndez
Es una aproximación a la nada, lo
que simplemente significaría entender a la nada. En política la nada es cuando
se asumen posturas que todos sabemos lo que son en sí, nada.
La palabra para describir el país
venezolano es nada, porque los resultados de todas las posiciones están
absolutamente claros, esto es, la nada. Nada no equivale literalmente a
inexistencia. Tenemos aquí elecciones y consultas. Parménides pensó que no se puede
hablar de la nada, lo que equivaldría a asumir el silencio. Heidegger se
planteó "que haya algo en vez de
nada”, pero dejemos de lado las disquisiciones filosóficas para quedarnos
en la física cuántica y comprobar que el
vacío es algo físicamente más complicado.
Con las posiciones que tenemos en
nuestras narices hay matices. De una se sabe que conducirá a la nada
preexistente y con la otra sabemos que habrá un cuerpo del cual conocemos de
antemano toda la conformación que tendrá. La Asamblea Nacional será de mayoría
oficialista, por el pecado original (oh, la teología que asoma) de persistir en
la abstención. La consulta no equivaldrá a respirador ni nadie podrá asumirla
como garantía de sobrevivencia.
Como este país venezolano tiene
por hábito desgarrarse en el insulto y en la descalificación, esto es, se
muestra incapaz de entenderse sobre el mínimo de su destino, como se muestra
inepto para asumirse sobre hechos, provoca llamarlo a la nada, una en la que se
presume se sentiría más a gusto. Entonces le diríamos, ante su impotencia para
hacer, no hagas nada, dile no a todo, no vayas a ninguna de las propuestas que
te han puesto ante los ojos, demuestra así que rechazas de manera tajante todos
los entramados que tus actores políticos te construyen para tu tambaleo y que
quieres nuevos escenarios y nuevos actores. Si eso se le dijese comenzaría
entonces a “filosofar” sobre el suicidio, a convertir la palabra “nada” en un
hashtag en las redes, unas que se llaman sociales y son tan “sociales” como
esta comunidad cuya existencia aún nos empeñamos en declarar un hecho por
oposición a la nada.
Es entonces necesario omitir el
pecado de recomendarle, pues una idealización es irrealizable y esperar, así,
la realidad ineluctable del cadavre
exquis con el cual aprestarnos a entenderlo.
@tlopezmelendez
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