El venezolano contraído

 


Teódulo López Meléndez

La sociedad individualista se caracteriza por el estímulo, pero más allá de las necesidades corporales, a la ausencia, a la satisfacción recluida, a una que excede la mera adquisición de objetos.

La necesidad existencial, la de la preocupación por los temas fundamentales de ser, ha sido sustituida por un hedonismo exacerbado. A medida que ha excitado esa necesidad, se ha suministrado los medios de satisfacerla, sólo que, al mismo tiempo, el avance tecnológico nos ha ido colocando en la ubicuidad. Para decirlo de otra manera: ya no hay apariencia sostenible.

Sobreviene, así, la indeterminación. Con acierto se ha dicho que la industrialización que viene es la de la “no mirada”. En otras palabras: el proceso que llevamos es el de la ceguera, el de “una visión sin mirada”. Cuando digo indeterminación me estoy refiriendo a un fraccionamiento del cuerpo tal como lo hemos entendido hasta ahora. En otra parte he hablado de la absoluta inmovilidad a la que estamos siendo condenados; pues bien, a este hombre paralítico hay que estarle suministrando constantes dosis de sobreexcitantes. En cualquier caso, como lo fundamental es el presente, no hay, entre los aburridos, preocupación por el mañana. Así, la protesta por la “causa justa” se evapora en la medida que el sistema logra sobreexcitarlos momentáneamente y un nuevo período  de aburrimiento sobreviene  hasta un nuevo sobreexcitante.

La tecnología permite que esos medios satisfacientes, cada uno individualmente y en solitario, se los porte consigo. Se trata de la eliminación total de diferencias entre el adentro y el afuera. Esta reducción conllevará, a su vez, a un aumento de la necesidad hedonista y a una ruptura total de la relación con lo real, quiero decir con lo real exterior, pues el mundo se reducirá a sí mismo. El resultado será, simplemente, el de la ausencia.

En el terreno de la organización social del hombre, también llamada política, el ostracismo no es una excepción. Ella misma se ha hecho excepción. Cada vez más el hombre se evapora, se deposita en el “yo no”, en la concesión de la abstinencia, en la denuncia que lo excuse. En cuanto a nosotros, el venezolano podría terminar como algo contraído. Harto de la manipulación dirá: “No estoy para nadie”.

@tlopezmelendez

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