Teódulo López Meléndez
“No pasa nada, a no ser de todo”,
bien puede ser la respuesta de estereotipo para quien pregunte. Suceden los
sucesos que se suceden en la cotidianeidad del hambre, de la fuga, de la
solicitud de ayuda para cubrir una emergencia médica.
El desvarío de “solos no podemos”
sucede, con el llanto por la pérdida del padre protector cuyas políticas que
nos hicieron dependientes y sumisos desaparecen bajo el influjo de unos
votantes de otras tierras mientras corean los huérfanos que a él le robaron la
elección y a ellos la protección progenitora.
La política y el destino nacional
se hicieron cosas de ellos, mientras las torpezas del “señor arancel” abundaban
convirtiendo los recuerdos de este columnista en una ya lejana visita a una
reserva indígena del norte donde alguien le dijo “cuando veo películas de
vaqueros e indios, siempre voy a los vaqueros”. No hubo resultado alguno, sólo
fallo.
“No pasa nada, a no ser de todo”,
podríamos insistir en un país a escasas dos semanas de una elección
parlamentaria y de una “consulta” sobre preguntas trilladas y desacordes. El
poder se permite instar a los concursantes de la primera a salir en campaña, a
buscar votos, dado que casi brillan por
su ausencia y determinar quiénes son los elegibles es casi una aventura
detectivesca, mientras la segunda proclama que de la ficción las ficciones renacen y permanecen.
Hiperinflación y devaluación
corren carreras en carrera dispareja. Al lenguaje algunos lo convierten en tacatataca de ataques repetidos de
ignorancia real de lo real que no es otra que la del asentamiento y estabilidad
del enemigo que dicen procurar. La moneda no es ya sino una volátil
inexistencia y el desconocimiento de la realidad el nuevo imperativo de la
inacción mientras se ve la curiosa noticia de un pavo en rebelión en un barrio
de Boston, al parecer consciente de que está llegando el Thanksgiving Day.
“No pasa nada, a no ser de todo”.
Este es el extraño país donde el hábito de que no pasa nada a no ser de todo
circula libremente, sin mascarilla, sin confinamiento, sin precaución ninguna, en
la arrogancia del que vive de la nada.
Se requiere un país empoderado,
un liderazgo colectivo que rellene la nada y nos ponga de nuevo visibles,
atentos, un país rehecho de la nada.
@tlopezmelendez
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