Teódulo López Meléndez
Esta extrema derecha impregnada
de populismo libra batallas enconadas. Por ejemplo, trata de hacer de las
expresiones grobalismo o globalista pecados imperdonables concertados en
sociedades secretas, grupos económicos conspiradores o en lobbies de satánicos
manipuladores. A algunos grupos le atribuyen poderes demoníacos e
incontrolables, como al Foro de Sao Paulo (eso quisieran), lo que es seguido de
la identificación entre socialismo y comunismo para definir a todo aquél que
mantenga posiciones contrarias. Me recuerda a Eisenhower acusado de agente
encubierto.
La verdad es que la crisis del
Estado-nación es patente, a pesar de los brotes de gobiernos que condenan al
multilateralismo, las acciones concertadas, la participación en acuerdos de
cooperación y hasta en las estructuras de organización mundial nacidas en la
posguerra. Mientras, hasta el Covid-19 muestra la imposibilidad de la acción
antiglobalista, aunque esté por desatarse la batalla de los nacionalismos por
la vacuna.
Ya estamos en un mundo
policéntrico, sólo que el poder no pertenece exclusivamente a los Estados sino
que está repartido entre una pluralidad de actores transnacionales. Es lo que
se ha denominado el mundo de la subpolítica transnacional. Es falso que el
capital tenga todo el poder, como es obvio que los Estados nacionales perdieron
tal control. Así, otro concepto en desuso es el de soberanía, puesto que los
Estados están limitados hasta en su quehacer interno. No puede haber soberanía
en una pluralidad inmanente. Las culturas globales, porque varias son, no están
en ningún lugar ni en ningún tiempo.
Ciertamente ya nos estamos
des-cobijando de la vieja “patria”. Es lo que Sloterdjik (Esferas) llama el
tambaleo de “la construcción inmunológica
de la identidad político-étnica” y el juego de las dos posiciones, la de un
sí-mismo sin espacio y la de un espacio sin sí-mismo y la búsqueda de un modus
vivendi entre los dos polos que implicará, seguramente, la creación de
“comunidades imaginarias”, sin lo nacional, y la participación, también
imaginaria, en otras culturas.
El “nacionalismo” populista de
derecha de boga aquí se “revuelve” en sí mismo, en una feroz “conspiración” en la
que se le remunera la caparazón que le resulta reconfortante.
@tlopezmelendez
El análisis del Dr Melendez apunta al centro mismo de la esencia de la situación contemporánea sin agregarle adjetivos calificativos que a nada llevan. Es el desgaste, más que el derrumbe, de una estructura política, social y cultural, el Estado Nación, que le dio forma y sentido a la organización humana durante los últimos 400 años. Nace en Europa se extiende y perfila la cultura occidental y junto a esta avanza a todo el mundo. Es, con mucho, el paradigma que construye lo que llamamos el mundo contemporáneo. Su deterioro es causado por su propia evolución. Desde ella se crea y desarrolla el conocimiento científico y su hija, la tecnología. Desde el estado nación nace el capitalismo y se multiplican las formas de producción y distribución universal de la riqueza. Es, la organización más exitosa que ha conocido la humanidad. Las mismas guerras mundiales fueron al final mecanismos impulsores de su crecimiento y expansión. Hay una cierta, aunque débil analogía con el Imperio Romano. La forma ciudad estado de Roma fue impotente para ordenar el vasto territorio conquistado y dominado y, dio paso a la forma imperial que derivó en el multiforme mundo feudal hasta aterrizar en la Europa del mundo moderno con todas sus consecuencias políticas, económicas, sociales y culturales.
ResponderEliminarQue viene ahora? No tiene sentido darle volumen a ningún intento de detener este proceso a causa del grueso caudal de incertidumbre y temor que provoca. Siempre el final de un tiempo histórico abre un paréntesis de crisis, frecuentemente con mucha violencia. Las estructuras que le dan orden a la sociedad se debilitan, devaluan, chocan y la sociedad se desordena. Es el caos. El nuevo orden tarda en configurarse y ese cuadro reclama incluso visiones religiosas nuevas o transformadas que le aporten sentido a la vida. No hay horizontes visibles, ni siquiera caminos claros, el futuro se va creando entre aciertos, retrocesos, logros y fracasos. Eso es lo que estamos viviendo. No tienen cabida lamentaciones ni añoranzas, tampoco profecías ni pronósticos etereos. Solo una mirada Serena, Analítica, comprensiva que quiera, sepa y pueda navegar sin temor en un océano de interrogantes. No es fácil, lo sabemos, pero no hay alternativas.
Gracias Teodulo y un abrazo.