Teódulo López Meléndez
Hay obsesiones rondando el
imaginario colectivo. Una de ellas es la palabra legitimación, una que surge
cualquiera sea el movimiento o la toma de postura de alguien. Otros alegan no
podemos depender de la voluntad ajena, olvidando quien tiene el ejercicio real
del poder y, por consiguiente, a quien habría que torcerle el brazo para
obtener un resultado acorde al planteamiento que se quiere materializar.
La obcecación preside. Todo lo
que se haga legitima, a lo que hay que añadirle los cierres de toda capacidad
de raciocinio, encerrados como andan en posiciones tan sólidas como las de un
bulto en henil. La ley de Sturgeon es un adagio derivado de una cita del
escritor Theodore Sturgeon: "Nothing
is always absolutely so" (Nada es siempre absolutamente así).
Períodos drásticos como el que
aún nos acosa hacen pensar que cualquier cosa que quede en pie posiblemente se
requiera como un elemento a la construcción del futuro. La población, una vez
castigados los culpables, va a entrar en un proceso psicológico que implica
dejar atrás los recuerdos incómodos y desagradables. Creo que a eso se le llama
transición. En la búsqueda de ella no se pueden dar muestras de intolerancia
como la que vemos a diario en un sector de los actores políticos que se lanza a
insultar y descalificar. Es el equivalente al
«Nuevo Brutalismo» (del crítico arquitectónico Rayner Banham). Para esta
masa amorfa de reclamos e improperios me asalta una frase: “Nada permanece si no se renueva constantemente”.
Tenemos una atmósfera de fracaso
sobrevenida a un par de décadas de intensa actividad y los menos que podrían
hacer los actores es revisarse con coraje. Hay que romper la costra de las
costumbres mentales formadas en estas, constituyendo, con inesperada rapidez,
otras nuevas a ver si nos adviene un nuevo realismo. Habría que recordarle a
los ignaros que no es siquiera la democracia, concepto nebuloso y quizá demasiado
recurrente, ni el Estado de Derecho ni la libertad, si no se enmarca todo
dentro de un claro y preciso modelo venezolano de sociedad.
La esencia de una nación es que
los individuos tienen muchas cosas en común y también que han olvidado muchas
otras, dejó dicho Ernest Renán. Iniciémonos
con otra manera de decir y hacer las cosas.
@tlopezmelendez
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