Teódulo López Meléndez
La crisis de representación de la
democracia se emparenta con la representación literaria en el sentido de que
representar es hacer presente lo ausente. La literatura contribuye de manera
notable a los avances políticos en el sentido de estímulo social. En infinidad
de ocasiones el escritor ha sido un descubridor de los secretos del poder y un
lugar de resistencia. La verdadera literatura siempre impugna.
La relación entre política y
literatura no es invariable, tienen que producirse hechos sociales que lleven
al escritor a esa preocupación. Por lo demás, no debe dejarse de lado la mirada
sobre la obra literaria recordando el tiempo en que fue escrita. Ninguna es una
reconstrucción simple de la realidad, un espejo, una simple referencia al
contexto. Así, el Quijote debe ser leído también como una referencia a la
locura medieval.
Todo escritor tiene una visión
que se traduce en su estilo y en la simbología de sus obras. “Todo libro es un diálogo” dejó dicho
Borges. Hay escritores dogmáticos, pero no nos interesan. Tampoco una
distinción entre eso que llamaban “escritores comprometidos” y los que se
centran en la literatura. Resultaría muy extraño que a un dictador le gustase
un libro no dogmático.
En América Latina ha sido
constante la vinculación entre cambios sociales y cambios estéticos. No estamos
hablando de costumbrismo o de realismo social. Lo hacemos de una literatura que
experimenta con el lenguaje y la forma. Hay escritores que construyen nación.
Tampoco hablamos de lo testimonial. Lo hacemos del escritor que vislumbra al
hombre superadas las grietas de esta transición y logra imaginarlo en un nuevo
contexto social.
La literatura debe subvertir
ahora los estancamientos inducidos y fosilizados por las viejas ideologías y,
obviamente, las relaciones de poder. La tarea se cumple adelantándose al hombre
como será, porque con ello basta para delinear las formas políticas de su
organización social.
Lo que trato de reclamar a la
literatura de hoy es una categoría epistémica de alta densidad teórica que
sirva para conceptualizar y que implique rescatar para la palabra escrita su
estatuto de acción sobre el mundo. En otras palabras, un divorcio preventivo de
la decadencia y una ubicación anticipativa del futuro.
@tlopezmelendez
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