Pasado sin presente



Teódulo López Meléndez


El hombre está sembrado en la incertidumbre. Se ha sembrado, aún más, en la incredulidad, en la perplejidad y en la ausencia. Las luchas hacia una nueva realidad parecen convertirse en una rueda trancada por objetos lanzados a su paso. Siente el agotamiento de la posibilidad de decisión, lo que significa la ausencia de la capacidad de reordenar, de autoconcretarse, de llegar a alguna parte, más cuando el lugar de arribo al que pudiera aspirarse se ve como sumergido en nebulosas.

Si bien la incertidumbre ontológica o la incertidumbre social o la incertidumbre económica pueden ser citadas como permanentes compañeras de viaje, ahora, como hacía muchísimo tiempo no sucedía, nos encontramos frente a una herida de ausencia de perspectivas y sin estímulos para enfrentar la desnudez.

Tanto como los hechos históricos puntuales que nos tocó vivir  a finales del siglo XX, la evaporación de los supuestamente homogéneos cuerpos de doctrinas (ideologías) ha lanzado al vacío a importantes grupos carentes ahora del envoltorio protector, sin que un sano pragmatismo con ideas o de ideas termine por involucrarse en la conducción hacia una meta. La verdad se ha hecho, cada vez más, el concepto nietzscheano.

La política es el factor clave de la incertidumbre. La política de la modernidad se agotó y con ella la forma claramente preferida, esto es, la democracia, dejando el vacío presente. Ya no se mira a las formas políticas de organización social como paradigma emergente que siembre la posibilidad de un objetivo a alcanzar.

Quizás como nunca hemos dejado atrás el pasado sin que exista un presente. Los envoltorios protectores se diluyeron cual bolsas de plástico biodegradable. Las soluciones a las interrogantes se evaporaron. El deterioro de lo social-político refuerza en la incertidumbre. El temor por el futuro colectivo se convierte –otra paradoja- en una angustia personalizada de gritos. Ante la falta de protección suplicamos por una, encerrados en envoltorios de fragilidad pasmosa. Las acciones colectivas se tornan cada día más difíciles y que sólo vemos ante trastoques políticos puntuales, ante amenazas puntuales, y que de origen están condenadas a apagarse, como hemos sido testigos en este tiempo de pasado sin presente.

@tlopezmelendez

Artículo en el diario El Universal (Miércoles17 de junio 2020).

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